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LOS TRES REGISTROS DE JACQUES LACAN:
SIMBOLICO- IMAGINARIO – REAL. REAL – SIMBOLICO – IMAGINARIO.
Adriana Beuille
Abrimos este espacio de estudio considerando que estos conceptos iluminan la comprensión de la teoría psicoanalítica, colocando en su justo lugar el descubrimiento freudiano. A lo largo del año iremos situando estos tres registros para ubicarlos como se presentan en la constitución subjetiva.
La obra de Jacques Lacan en su retorno a Sigmund Freud desde el comienzo ha estado enmarcada en situar el descubrimiento freudiano en los tres registros: Simbólico – Imaginario – Real, muchos años pasaron y nos propone un giro decisivo en esas letras, Real – Simbólico – Imaginario y desde aquí situar la incidencia de este giro en el discurso analítico.
Jacques Lacan a partir de 1951 presentó su enseñanza como un retorno a Freud, ubicando la experiencia psicoanalítica como una experiencia de discurso.
En el año 1953, dicta una conferencia titulada “Simbólico-Imaginario-Real”, conferencia que precede “El informe de Roma” sobre “Función y campo de la palabra y del lenguaje en Psicoanálisis”.
También es el tiempo del Seminario “Los escritos técnicos de Freud”. En estos años va a definir a estos registros como esenciales de la realidad humana, va a decir:
Lo simbólico, así se trate de síntomas, de actos fallidos, de sueños, lo que se pone en juego en el intercambio analítico siempre son símbolos organizados en el lenguaje a partir de la articulación del significante y el significado, que es el equivalente de la estructura misma del lenguaje.
Hay que considerar el elemento temporal que plantea problemas que deben ser tratados paralelamente a la cuestión de lo simbólico y de lo imaginario. Aquí Lacan está retomando la importancia del Estadio del espejo en la formación del yo, el automatismo de repetición cuyo ejemplo Sigmund Freud mostró en “Más allá del principio del placer”, se ve como el niño produce el primer dominio: el niño anula su juguete por la desaparición, esta repetición primitiva, esta escansión temporal hace que se mantenga la identidad del sujeto tanto en la presencia como en la ausencia.
Síntomas de conversión, inhibición, angustia se trata de desanudarlos, de volverlos a la función de palabra que ellos sostienen en un discurso cuya significación determina su uso y su sentido. La letra del mensaje es aquí lo importante, para captarlo hay que detenerse un instante en el carácter equívoco de la palabra, por cuanto la función es de ocultar tanto como la de descubrir.
Basta que uno se interrogue sobre el orden de los intersticios que el lenguaje constituye en lo real. Queda el hecho de que hay un texto en el que se puede leer a la vez lo que la palabra dice y lo que no dice y es a ese texto al que están vinculados los síntomas, tan íntimamente como un rebus a la frase que él figura.
Lacan establece que Freud despega del texto, sin fisura de la causalidad en lo real, el orden instituido por el uso del significante de un cierto número de sus elementos, en tanto que, da cuenta de la penetración de lo real por lo simbólico, sin que la exigencia causalísta pierda sus derechos a regir lo real por el hecho de aparecer representando solo una aprehensión especial de esta acción simbolizante.
Si tomamos el juego del fort-da de Freud, esa pelota retenida por un hilo, el niño la trae hacia sí, la tira, la retoma y la vuelve a tirar, escande su captura, su rechazo y la retoma con un oo, aa, oo por lo cual el tercero, sin el cual no hay palabra, le afirma a Freud que eso quiere decir ¡Fort! ¡Se va! ¡Viene! ¡Se va otra vez! O mejor, ¡Nostamás!.
Aparece formando el par fonemático con el que la lingüística reconoció el grupo de oposición elemental cuya batería da el material vocálico de una lengua dada. El niño con este objeto lo que hace es abolirlo cien veces y hace de esta abolición su objeto.
Cien veces renace su deseo. Lacan se pregunta ¿Y no renace ya deseo de ese deseo? A esto responde: El asesinato de la cosa aporta a lo que es ese fondo de ausencia sobre el cual se sustraerán todas las presencias del mundo. Las conjuga también con esas presencias de nada, los símbolos, por los cuales lo ausente surge en lo presente, y aquí está abierto para siempre lo patético del ser.
Las reflexiones de Lacan acerca del significante vuelven sobre su definición de la interacción del sujeto con el significante: “El significante entonces está dado primitivamente, pero hasta tanto el sujeto no lo hace entrar en su historia, no es nada”
La función del padre tiene un lugar preponderante, no como genitor, sino como el que posee a la madre, en principio en paz, y mantiene con su hijo una relación no de rivalidad sino de pacto.
En los años 1959-60, encontramos un giro importante en la teorización lacaniana, “La ética del Psicoanálisis”, se ve llevado a situar el deseo como nuestra ética, en su centro ubica la falta para lo cual va a introducir la noción de la Cosa, desarrolla la oposición entre principio de placer y principio de realidad. Nos dice que a Freud no le dan respuesta estos dos principios en relación al síntoma, a la repetición y establece el Más allá del principio de placer, encontramos que la Cosa tiene una relación estrecha con ese Más allá.
Lacan presenta a la Cosa como lo que se encuentra en el centro de nuestras tendencias en la medida en que estas se motivan en la búsqueda de un objeto perdido, en referencia constante con el Entwurf freudiano. Das Ding es un objeto que se trata de encontrar en tanto Otro absoluto del sujeto, que por su naturaleza le es extraño, pero no se lo encuentra a él sino sus coordenadas de placer. Podríamos decir, que la alucinación fundamental como sistema de referencia del mundo de la percepción, nos da cuenta de este objeto del que habla Freud, y que Lacan va a denominar objeto “a”. Das Ding es una función primordial, que se sitúa en el nivel inicial de instauración de la gravitación de las Vorstellungen inconscientes, es decir, es eso a partir de lo cual dicha gravitación toma su impulso. A nivel de la Vorstellungen la Cosa no sólo no es nada, sino literalmente no está, se distingue como ausente, como extranjera.
Freud ofrece, dice Lacan, la afirmación de la ley fundamental, esa por donde empieza la cultura, en la medida que se opone a la naturaleza, es la ley de interdicción del incesto, esta interdicción no es otra cosa que la condición para que subsista la palabra.
“Lo que encontramos en la ley de interdicción del incesto se sitúa como tal a nivel de la relación inconsciente con Das Ding, la Cosa. El deseo por la madre no podría ser satisfecho pues es el fin, el término, la abolición de todo el mundo de la demanda, que es el que estructura más profundamente el inconsciente del hombre. En la medida en que la función del principio del placer, reside en hacer que el hombre busque siempre lo que debe volver a encontrar, pero que no podría alcanzar, allí yace lo esencial, ese resorte, esa relación que se llama la ley de interdicción del incesto”.
Esta ley es más allá de todo bien, es la abolición del Soberano bien. “Tal es el fundamento, invertido en Freud, de la ley moral. La tesis que presenta Lacan es que la ley moral hunde sus raíces en lo real. Si lo que el hombre busca es lo que encuentra sin alcanzarlo, se puede definir lo real como lo que se encuentra siempre en el mismo lugar.
Este punto encontrará un desarrollo más extenso en el Seminario “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” del año 1963-64. Seguiremos el camino recorriendo los Seminarios en la búsqueda de este viraje Real-Simbólico-Imaginario, siendo lo Real en este tiempo de la teoría, lo que comanda la tríada.
Esperamos que nos acompañen para ir interrogando estos puntos que hacen al quehacer psicoanalítio.
SEMINARIO ANUAL
SADISMO Y MASOQUISMO
Coordinado por: Ana Cristina Carlós Fregenal y Adriana Beuille
Este tiempo de trabajo será la oportunidad para interrogar y encontrar algunas respuestas con respecto a la posición del sujeto en cuanto a su satisfacción, es decir, su goce. Jacques Lacan nos dirá que el fantasma es el sostén del deseo. ¿Qué encontramos en la posición del sujeto masoquista y sádico?
El masoquista organiza todo de manera de no tener la palabra. Y se pregunta Lacan ¿Cómo puede estar interesado en esto? Nos dice que se trata de la voz. Lo esencial es despojar al otro de la voz, eso que va a garantizar de responder como un perro. Hay un goce en esta remisión del Otro a la voz.
El sádico a manera inversa intenta completar al Otro quitándole la palabra e imponiéndole la voz, en general falla.
Sigmund Freud desde los comienzos de su obra se ocupó de estas formas de goce. En tres ensayos de teoría sexual, publicado en 1905, mantiene la denominación de Krafft-Ebing de sadismo y masoquismo siguiéndolo en su definición que pone en primer plano el placer por la humillación y el sometimiento.
Esta obra tiene la particularidad que tuvo muchos agregados a lo largo de los años, pero nunca fue reescrita, esto indica el valor de los conceptos establecidos allí. Es así, que Jacques Lacan pone el acento en que no se trata del placer por infligir dolor, por la crueldad sino de estos aspectos que destaca Freud.
Otro de los puntos fundamentales que encontramos en este texto es que un sádico es al mismo tiempo un masoquista, aunque uno de los dos aspectos puede haberse desarrollado con más fuerza y constituir su práctica sexual prevalente. Concepto que queda ratificado en una nota agregada en 1924, apoyándose en una investigación de Havelock Ellis.
Como vemos muchos años dedicados al estudio de las condiciones exclusivas para la satisfacción sexual, que denomina perversión.
Lacan ha aportado, en su lectura en retorno a Freud, nuevos términos. Al decir de Olga M. de Santesteban en su libro “El enigma de la femineidad”: “… ha aportado nuevas luces a este universo que ha adquirido nuevas nominaciones para mostrar la diferencia con las otras estructuras y ha permitido avanzar en la dirección de la cura hasta llegar a establecer y situar a la perversión como analizable e interpretable… y esto a partir de ubicar la pregunta que el perverso”.
Realizaremos a lo largo del año el camino para ir abriendo estas nuevas nominaciones: Voluntad de goce. El estatuto del sujeto en la perversión, como sujeto reconstituido de la alienación, la pregunta esencial si algo ha escapado a esa alienación. La función del goce. La inversión del fantasma. Que significa que la pulsión no es la perversión.
Todos estos elementos son imprescindibles para entrar en el estudio del Sadismo y del Masoquismo e interrogar las diferentes dimensiones de la voz, como se ha situado en el comienzo.
La literatura estará presente para acompañarnos, ilustrando bajo la pluma tanto de El Marqués de Sade como de Sacher Masoch los términos que el psicoanálisis ha esclarecido dentro de las perversiones: el sadismo y el masoquismo.
¡Los esperamos para transitar este apasionante recorrido!
Ana Cristina Carlós Fregenal
Jacques Lacan psicoanalista francés comienza por establecer a partir de los primeros años de su enseñanza un eje directriz fundamental, la referencia ineludible y estructural, punto clave del sujeto del psicoanálisis: los registros Simbólico -Imaginario – Real. Y este será el tema a recorrer en el seminario que proponemos.
Sera nuestra guía y brújula, el texto La conferencia de J. Lacan de 1953, ”Simbólico – Imaginario – Real”.
Es en este texto donde Lacan nos presenta los tres registros y es allí donde pondrá en valor su línea de trabajo dirigida al retorno de los textos freudianos, señalando a la palabra y el lenguaje como el eje del mundo simbólico.
Y nos propone en su lectura creadora y critica, el retorno a Freud para captar la profundidad de sus conceptos emanados de sus fuentes. Siempre renovados desde su clínica y que trasmiten una verdadera enseñanza para captar el núcleo y el corazón de la constitución subjetiva.
Nos dirá que esta palabra como acción permite a los sujetos trascender la relación agresiva fundamental imaginaria del espejismo del semejante, donde se constituye lo imaginario.
Es en este sentido que Lacan designa en el descubrimiento freudiano, que lo más elevado que hay en el hombre, no está en el hombre mismo, está en otra parte. Y es el orden simbólico, es en este lugar donde Freud restaura y se ve forzado a restituir el punto de exterioridad, excéntrico del mismo.
Orden simbólico que precede al sujeto y que lo determina y al mismo tiempo lo captura en el campo del lenguaje mediante esas marcas que desconoce y que ignora, pero que cobran vida en sus síntomas y padecimientos.
Es desde ese campo del lenguaje donde se expresan los mecanismos de la metáfora la metonimia y todas las formaciones del inconsciente que Freud estableció: sueño, actos fallidos, síntoma, de modo tal que descentra el yo enviándolo a la conciencia y lo erige como lugar de desconocimiento.
Nos dice:
“Si lo que Freud descubrió y redescubre de manera cada vez más abierta tiene un sentido es que el desplazamiento del significante determina al sujeto en sus actos , en su destino, en sus rechazos , en sus cegueras, en sus éxitos y en sus suerte, a despecho de sus dotes innatas y de su logro social, sin consideración del carácter o sexo y que de buena gana o mala gana seguirá el tren del significante..”
En relación a una de las dimensiones del cuerpo nos dirá Lacan que todo lo que tiene que ver con la anatomía se encuentra profundamente ligado a lo imaginario, que es su expresión, y que este imaginario juega un papel fundamental en el comportamiento sexual humano. Y que, con lo que tenemos que ver en la clínica es con fantasmas. Definiendo el síntoma como la relación del sujeto consigo mismo.
Cuando Lacan nos habla en el seminario “La Ética del psicoanálisis“ 1959/60, de los registros Simbólico – Imaginario – Real los sitúa en la cúspide de su pensamiento. Nos va a plantear que el analista debe encuadrar su práctica bajo este trípode, promoviendo así desde el inicio de su pensamiento que son categorías esenciales a las que estaremos obligados a referirnos cada vez que se quiera plantear un discurso valido acerca del psicoanálisis.
Abordaremos un concepto fundamental siendo una de las expresiones de lo real: el Goce.
Termino que no podemos soslayar en el discurso analítico. El goce, formalizado por el psicoanálisis y al que Sigmund Freud otorga una nueva dimensión en 1920 con su concepto del “Mas allá del principio del placer”, unido a la repetición y a la pulsión de muerte. Iluminando este concepto en este texto maravilloso e inagotable en su lectura : “El Malestar en la Cultura”.
Ese goce que habita al sujeto y lo comanda frente a lo real que se enuncia como imposible y que hace nudo con lo imaginario y lo simbólico articulando un decir sobre el goce.
En el seminario “Los escritos técnicos de Freud” de J. Lacan, en el capítulo VII “La tópica de lo imaginario” dirá que nada puede comprenderse de la técnica y la experiencia freudiana sin estos tres grandes sistemas de referencia, lo simbólico, lo imaginario y lo real situándolos como guía y como el eje esencial para comprender la técnica y la experiencia.
Ubica el estadio del espejo como algo más que un momento del desarrollo sino fundando las relaciones del sujeto con su imagen. De tal manera que la sola visión de la forma total del cuerpo, le da al sujeto un dominio imaginario respecto a la fragilidad original. Inicia y funda una relación de amor. El hombre, nos dice, a partir de esta experiencia se ve distinto, como otro de lo que él es. Y es importante porque estructura la vida fantasmática.
“La relación imaginaria primordial brinda el marco fundamental de todo erotismo posible. La relación objetal siempre debe someterse al marco narcisista e inscribirse en él. La pulsión de muerte es constituyente de la posición fundamental del sujeto”.
En el origen existe un real primitivo inefable, oscuro, impensable y mientras no se diga nada de él, no hay forma de penetrarlo, en tanto la ley de la palabra humaniza al hombre. El acto de la palabra es un funcionamiento coordinado con un sistema simbólico ya establecido, típico y significativo.
Solo algunas trazas de lo que abordaremos en este seminario, los invitamos y estaremos a la espera de vuestra presencia y que nos acompañéis en este recorrido.
Málaga, febrero 2022


OCTUBRE – NOVIEMBRE 2020
APERTURA: Martes 6 de Octubre, 19 a 20:30 hs.
Frecuencia semanal
Neurosis Histérica
El descubrimiento freudiano
… con los aportes de Jacques Lacan
Patricia Cortés – Perla Trajtemberg – Liliana A. Berraondo
Es a partir de la invención de Sigmund Freud y del retorno de Jacques Lacan a la letra freudiana que fueron surgiendo nuevas formulaciones sobre la histeria nutriendo la clínica actual.
Sigmund Freud inaugurará en los inicios del psicoanálisis una concepción inédita sobre la histeria. Desde Estudios sobre la histeria a su conferencia sobre La femineidad veremos como el síntoma quedará anudado a la sexualidad, como así también el pasaje del trauma al fantasma. Con la histeria surge una nueva definición de cuerpo, son las fantasías, y el hallazgo maravilloso de Sigmund Freud de las pulsiones y sus destinos, lo que dará sentido al tour de la pulsión alrededor de las diferentes posiciones del objeto a (oral – anal – voz – mirada) nombrado por Jacques Lacan, dando herramientas para abordar en la histeria la dimensión de su goce, el que la aleja de la femineidad, rechazando la excitación corporal, y dejándole el enigma sobre qué desea una mujer.
Al cierre del Complejo de Edipo resultará de esa cicatriz, como la nombra Jacques Lacan, un síntoma y un fantasma. El síntoma, a partir de aquí, será leído como metáfora aunque también comprende un nudo de goce. En cuanto al fantasma quedará ligado al padre bajo la figura del amo y del cual la histérica extraerá satisfacción para su goce masoquista.
La entrega, el sacrificio, serán los modos de “captura del Otro en la red del deseo”, sosteniendo la figura del padre idealizado.
Estrategias de velamiento de la castración, del conflicto entre el ser y el tener el falo, y de ahí su dificultad con el deseo siendo la mascarada una forma de expresión. Es por lo que no es, expresará Jacques Lacan, por lo que pretende ser deseada al mismo tiempo que amada. Dificultad también entre el deseo y la demanda: “el histérico no sabe que no puede ser satisfecho dentro de la demanda…”.
El deseo en la histeria se define como el deseo de tener un deseo insatisfecho, siendo razón de su protesta al ser colocada en el “centro de un deseo”.
Recorreremos para ubicar los “medios de goce” el paradigmático sueño del Salmón ahumado propuesto por Sigmund Freud y tan valioso en el retorno de Jacques Lacan, al nombrarlo como el sueño de la Bella Carnicera. También, el Fragmento de análisis de uncasodeHisteria(Dora)deS.Freud, abriráelcaminoparaubicarladecepcióninfantil, soporte de la aversión que luego, nutriendo el fantasma, hará emerger la hostilidad que hace que el sujeto histérico, se torne tan feroz en su demanda reivindicatoria de amor… al padre, al hombre y a ese Otro prehistórico, que J. Lacan nos enseñó a reconocer en el síntoma, tal como lo hiciera S. Freud, como “algo que es ajeno a mí estando empero en mi núcleo”, el das Ding, la Cosa freudiana.
Si la histérica “no se toma como la mujer que es” es porque está fascinada al igual que Dora por la otra mujer, suponiéndole saber “lo que es necesario para el goce del hombre” y además porque cree que sabe lo que ella quiere.
Haremos una parada desde el seminario Encore (1972-73) de J. Lacan, para evaluar la dimensión del goce que nos propone y sus modos de expresión: el camino desde la decepción, la insatisfacción experimentada en la primera infancia que habita al sujeto histérico. Cuando se expresa en el registro de lo real encuentra: hostilidad, ira, cólera, manía de venganza, grito, escándalo, exigencia de reivindicación por aquello que creyó le correspondía y no le fue dado.
La histeria es excepcional en la puesta en acto de las expresiones de lo real, desplegando también su aventura entre Pasaje al Acto y Acting-Out.
¿Y qué decir sobre la histeria y el Amor?
Veremos el aporte de J. Lacan del exilio de la relación sexual para ambos sexos. La histeria va al encuentro amoroso, la contingencia la enfrenta con la pareja, también con los síntomas, con la inhibición, con la angustia, afecto-señal por excelencia.
El espejismo momentáneo del encuentro deja al sujeto en un punto de suspensión, al que se ata todo amor dice J. Lacan, crea la ficción de que la relación sexual se inscribe, cuando su fórmula es que ella no cesa de no escribirse. Ilusión que hay Uno con el otro, pero… es sólo cuestión de tiempo para que se desencadena el drama del amor, y se revele esa delicada línea que separa el amor del odio, emergencia de lo real, tragedia del deseo donde todo está por revelarse entre el impasse y su causa, oportunidad para abordar entre síntoma y fantasma el camino de la histeria hacia la femineidad.
PROGRAMA:
- La estructura histérica, el retorno de Jacques Lacan a la obra freudiana: historia de
- mujeres
- La disimetría del Complejo de Edipo, el significante fálico. Sus rodeos en la niña. La privación. Los efectos sintomáticos del complejo de castración en la histeria
- El Síntoma: el rechazo de la excitación corporal, el goce a desanudar. La oposición entre histeria y femineidad
- La fijación en la pulsión oral: la demanda al Otro y el objeto a, causa del deseo, de Jacques Lacan.
- El fantasma ($<>a): la necesidad de crearse un deseo como deseo insatisfecho.
- La pregunta histérica. La identificación viril. El deseo por procuración
- Los medios de goce propuestos por Jacques Lacan. El sueño de la Bella Carnicera.
- El Padre Idealizado- la Otra Mujer: la demanda reivindicatoria de Amor al padre, las expresiones de lo Real: Acting-out y Pasaje al Acto. El Caso Dora.
Informes e inscripción: envianos un mail a discursofreudiano@discursofreudiano.com