LOS SUEÑOS DE DORA… imágenes de lo que no puede ser dicho: El deseo

LOS SUEÑOS DE DORA… imágenes de lo que no puede ser dicho: El deseo

LOS SUEÑOS.

LOS SUEÑOS DE DORA… imágenes de lo que no puede ser dicho: El deseo

Perla Trajtemberg (*)

Año 1900, Sigmund Freud publica:  “La Interpretación de los sueños”.

Año 1905,  publica: “Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora)”.

Dos sueños y su interpretación nos dan la oportunidad de fascinarnos con una nueva técnica que funda el descubrimiento freudiano: encontrar el sentido oculto en los pensamientos inconscientes, el deseo sexual que proviene de la  infancia, la cifra que contiene…

El sueño hace pasar en  imágenes lo que no puede decirse… pero que insiste: el deseo. Se presenta como vía regia de acceso al inconsciente, donde lo reprimido retorna para que el sujeto comunique a modo de relato, de recuerdo, esa aventura figurada.

Aventura también la del desciframiento donde el analista, apoyado en las leyes del lenguaje (metáfora y metonimia) acompaña las asociaciones, los olvidos, los equívocos, para atrapar la red significante, traza del goce ignorado, del lazo con el Otro, sede del lenguaje y de las identificaciones.

Interpretación nos decía Freud: “que inserta el sueño dentro de los actos anímicos del sujeto, del trabajo analítico, que puede llenar lagunas mnésicas y esclarecer los síntomas”, que se topa también con un límite, un ombligo, un real que se escabulle.

Dora, joven de 18 años sueña como respuesta al deseo del hombre, al rechazo que le produce este deseo, al misterio que encierra la mujer para ella. Sueña también en un momento particular de la cura, para poner en acto el inconsciente en el marco que le propicia la transferencia analítica.

Llena de incógnitas… sueña. Luego de una escena de seducción quedará con su deseo insatisfecho que es su modo de desear, responderá atrapada en sus síntomas y fantasmas, dedicará su tiempo a denunciar el lazo que une a un señor de fortuna (su padre) con una dama que no es su mujer (Sra. K) pero que a la hora de los favores sexuales se muestra más complaciente que su madre.

Dora como dirá Jacques Lacan “industriosa como es”, no denuciará la escena con el hombre (Sr. K) hasta que este declare que el lugar que ocupa su mujer queda libre, a disposición de ella, cayendo así la estructura donde se sostenía accediendo a través de la identificación viril, del  hombre, al objeto de deseo, que Lacan coloca  en la Sra K, la Otra mujer, lugar de la fascinación, del saber sobre el deseo del hombre, de la pregunta ¿Qué quiere una mujer?

Los sueños de Dora muestran la aventura que sufren los lazos libidinales en la histeria, la forma de amar que esta estructura encuentra, donde los personajes tienen un lugar destinado a modo de estructura y su salida del circuito provoca la crisis, momento privilegiado de la demanda de amor al padre,  reivindicación del afecto que le ha sido arrebatado.

Su primer sueño, el del alhajero, contiene un incendio, su padre frente a su cama y que la despierta, vestirse con rapidez, su madre pretendiendo salvar su alhajero y su padre diciendo: “ no quiero que yo y mis dos hijos nos quememos a causa de tu alhajero”, descender deprisa por las escaleras y una vez abajo despertarse, el olor a humo al despertar que toma todo su valor para la transferencia.

Como resto diurno tenemos una disputa entre sus padres,  la madre quiere cerrar el comedor y su padre no quiere que su hermano quede así encerrado ya que “ por la noche podría pasar algo que obligase a salir”. Freud establece así el texto del sueño, deteniendo a Dora allí.

El sueño, en su repetición tres noches seguidas, luego de la escena de seducción, lleva a Freud a sostener que Dora coloca al padre como salvador del peligro actual (declaración del Sr. K) y que la imagen onírica tiene que haber tomado su material de un deseo más antiguo. El texto establecido por el analista, lleva directo al camino que abre el sueño hacia lo real del síntoma,  en su frase gramatical “por la noche podría pasar algo que obligase a salir”. Su padre está parado frente a su cama como el Sr. K a la siesta de regreso del lago donde se produjo la escena,  para salvarla de un peligro, en el sueño… de un incendio que sólo el agua puede apagar, cadena significante que le sirve a Freud para pasar de agua para apagar el fuego y llegar así a que el agua de la infancia remite tanto a la enuresis como a su causa: la masturbación infantil.

Sigmund Freud decía: “Por lo que sé, la causa más probable de una enuresis de esta clase es la masturbación, que en la etiología de la enuresis desempeña un papel no apreciado todavía suficientemente”.

Entonces concluye que el peligro para Dora en la infancia era que se moje en la cama.

Así por la interpretación del sueño Freud llega al deseo inconsciente, encarnado en el síntoma como llamado al padre.

El alhajero, elemento fundamental, de modo simbólico hace pasar el punto de satisfacción subjetiva, sea por la competencia con su madre que rechazó un año antes del sueño una alhaja, obsequio de su padre que con gusto la niña hubiera  aceptado, sea por el costoso alhajero obsequio del Sr. K. Freud concluye: corresponde retribuir el obsequio. Toma alhajero como designación de los genitales femeninos, como el lugar de peligro de penetración de un hombre frente al cual Dora apela al padre salvador. Serie paralela de pensamientos dice Freud, donde Dora aceptaría de su padre lo que su madre rechaza, una alhaja y daría al Sr. K lo que su mujer  le rehúsa, el alhajero, complacerlo en los favores sexuales.

La alhaja se sigue desplazando en la cadena de las significaciones, su padre debe salvarla del peligro, ella cree haber sido usada como objeto de intercambio. Pero este pensamiento no se precipita en cualquier momento. Es por las palabras del Sr. K  “… que no tiene nada en su mujer: mi mujer no está en el circuito”, que ya que para ella el hombre tiene el órgano para que otra mujer la prive a ella de él, si la Sra. K sale del circuito del deseo insatisfecho del Sr. K y él coloca su deseo en Dora, ella sostendrá su modo de desear que es mantener el deseo como insatisfecho y denunciará la escena para que se sepa (desarmándose lo que Lacan nos plantea como cuarteto integrado por Dora, su padre, el Sr. K  y la Sra. K), a ella la joyita no le interesa (el órgano viril), sólo le interesa el alhajero, ella goza con la envoltura, satisfacción autoerótica que trae desde la infancia con  la masturbación infantil.

El olor a humo tras despertar trae la nostalgia del beso de un fumador producido a los 14años con el Sr. K  y el asco que produjo como rechazo a la excitación, donde el órgano no queda a disposición de su función para el encuentro con el compañero sexual, desplaza lo inferior a lo superior al contacto con  el cuerpo viril y responden desde su fijación de objeto, lo oral como zona erógena, Lacan coloca allí la noción de rechazo del cuerpo para la Histeria.

La actualidad de la transferencia permitió que el sueño se produjera de nuevo con las variantes de la repetición, se unía al pasado en escapar a un peligro, y se realizaba como el designio de abandonar la cura en la actualidad  por el pensamiento de tentación de recibir un beso de Freud  (también fumador).

La aparición del hermano por la casualidad del suceso que provocó que el sueño se repitiera en Viena, el cierre del comedor, permitió revelar en el dicho “ mis dos hijos y yo ” el lazo de Dora vía identificación con el síntoma del hermano: enuresis, que pasando primero por el compañero especular ponía en evidencia su síntoma infantil.

El segundo sueño, dio fin al análisis, llenó lagunas de la memoria y confirmó como histérico el síntoma de la apendicitis. Para Lacan este sueño “… señala que el padre simbólico es ciertamente el padre muerto, que sólo puede accederse a él desde un lugar vacío e incomunicado”. Oculta como pensamientos oníricos, la identificación viril, el deseo de venganza, la geografía sexual simbólica, las fantasías histéricas.

Dora pasea por una ciudad a la que no conoce, ve calles y plazas que le son extrañas, va a la casa donde vive, en su habitación halla una carta de su madre que dice: “que dado que ella se ha ido sin conocimiento de los padres no quiso escribirle que su padre ha enfermado, ahora ha muerto”  y agrega “ si tu quieres puedes venir ”. Se encamina hacia la estación ferroviaria (Bahnhof) ve un bosque denso penetra en él y marcha sola. Luego ve la estación no puede alcanzarla. Para concluir el relato, se llega hasta su casa donde la muchacha de servicio le dice que “la mamá y los otros ya habían partido para el cementerio ( Friedhof)”. Luego agrega:

“ En una de las plazas veo un monumento” “ Con particular nitidez, me veo subir por las escaleras, y tras su respuesta me voy, a mi habitación, y ahí leo un gran libro que yace sobre mi escritorio”.

Preguntaba “¿ Por qué durante los primeros días que sucedieron a la escena del lago no dijo nada acerca de eso? ¿ Por qué se lo conté repentinamente a mis padres?”. Para Freud se encontraba bajo una manía patológica de venganza.

En el marchar sola toma su valor la identificación viril, el sueño toma la imagen de una postal que recibió de  un joven Ingeniero, quien deambula por Alemania a los fines de conseguir una buena posición para proponer su amor, ella toma de él el rasgo del deseo insatisfecho, demorado, condición para la identificación viril en la histeria. Él deambula aferrado a alcanzar una meta, a Dora como mujer.

El sueño se produjo luego de una noche donde se brindó por la buena salud del padre, Dora se preocupa por ello ¿Quién puede saber cuántos años le quedan?. Así se llega al contenido de la carta que aparece en el sueño. El padre ha muerto, ella se fue arbitrariamente de la casa. Freud le recuerda la carta de despedida (intento de suicidio)que le había dejado al alcance a sus padres, destinada a horrorizar al padre para que renunciase a la Sra. K, o vengarse de él sino podía moverlo a que lo hiciese. Fantasía de venganza. Ella se iba de casa, al extranjero, y la nostalgia que sentiría el padre por ella, le partiría el corazón.

El bosque del sueño era parecido al de la orilla del lago y a la imagen de un cuadro que vio el día antes, en el trasfondo de la imagen se veían ninfas. En ese momento una sospecha se le hizo cierta a Freud, esas imágenes remitían a la sexualidad  y armó lo que hoy llamamos siguiendo a Lacan una cadena significante que se desplazaba simbólicamente desde  Bahnhof estación ferroviaria, patio de vías,  a Friedhof cementerio, patio de paz, a Vorhof vestíbulo, patio anterior, término anatómico para designar una determinada región de los genitales femeninos. Con el agregado de las ninfas detrás del “bosque denso” no cabía dudas era una geografía sexual simbólica, ya que se llama ninfas a los labios menores que se hallan en el fondo del denso bosque del vello pubiano, información que dan los manuales de Anatomía a los jóvenes con intensa curiosidad sexual. Así tras la primera situación del sueño: manía de venganza,  se oculta una fantasía de desfloración: un hombre se fuerza por penetrar en los genitales femeninos. Freud lo comunicó a Dora, enseguida emergió un fragmento olvidado “Ella se va tranquila, antes dijo en modo alguno triste a su habitación y ahí lee un gran  libro  que yace sobre su escritorio”. Es pasando por el padre muerto, dice Lacan “en la caja vacía de ese apartamento abandonado… por quienes se fueron al cementerio” que lee tranquila el libro sobre la sexualidad y se queda con el gran libro como sustituto del saber del padre sobre la verdad. Será la carta que jugará hasta el final para hacer reconocer la verdad sobre las relaciones de su padre con la Sra. K como las suyas con el Sr. K .

¿Cómo se llega del sueño al síntoma?. Por la apendicitis de un primo fue a investigar a la enciclopedia y poco después de la muerte de su tía le sobrevino una supuesta apendicitis, es vía este recuerdo que Freud descubre que ese síntoma era histérico. El agregado al sueño lo confirma: “con particular nitidez, ella se ve subir por las escaleras”. Tras la apendicitis había tenido dificultades para caminar, arrastraba el pie derecho, secuela insólita.  Ella se había procurado una enfermedad sobre la que había leído y se había castigado por una lectura que en verdad encubría una lectura más culpable, que se ocultaba en el recuerdo tras el artículo inocente. Es típico de síntomas que en apariencia no tienen que ver con lo sexual. Freud hace surgir la respuesta al enigma de arrastrar el pie. Se produjo nueve meses después de la escena en el lago, así se acerca a las fantasías de parto con dolores y flujo menstrual, figuración al modo histérico de la situación fantaseada de la vida sexual, escena del comercio, embarazo, parto, puerperio. Dado que los síntomas se forman cuando se tiene un modelo infantil, el hecho que Dora se torció ese mismo pie de niña al bajar las escaleras confirma este dato.

Este Fragmento sigue mostrando el valor de la producción y la interpretación del sueño para captar al sujeto del psicoanálisis.

(*) Trabajo publicado en el períodico El Otro