La pesadilla… la máscara de lo real

La pesadilla… la máscara de lo real

LOS SUEÑOS.

LA PESADILLA… LA MÁSCARA DE LO REAL

Nancy Hagenbuch

“Los antiguos reconocían en los sueños toda índole de cosas, y en ocasiones mensajes de los Dioses. ¿Y por qué habrían de estar equivocados? Algo hacían ellos con esos mensajes de los dioses. A nosotros nos interesa el tejido que envuelve a estos mensajes, la red donde algo queda prendido.
… el sujeto está allí para dar consigo mismo, donde eso estaba, lo real. …los dioses pertenecen al campo de lo real. Ahí donde eso estaba, el ich – el sujeto – ha de advenir. Y para saber que se está allí no hay más que un método, detectar la red.
Jacques Lacan

La pesadilla se presenta como ese mensaje de los dioses o de los demonios que enmascara lo real.
Trabajando sobre esto, me encuentro con un texto: “Las siete noches” de Jorge Luis Borges (poeta argentino, 1899-1986). En él el poeta describe el cuadro del pintor Füssli llamado The Nightmare(La pesadilla) con las siguientes palabras: “Una muchacha estaba acostada. Se despierta y se aterra porque ve que sobre su vientre se ha acostado un monstruo que es negro, pequeño y maligno. Ese monstruo es la pesadilla”
En este mismo libro Borges cuenta una de sus pesadillas más terribles: “Siempre sueño con laberintos o con espejos. En el sueño del espejo aparece otra visión, otro temor de mis noches que es la idea de las máscaras. Siempre las máscaras me dieron miedo. Sin duda sentí en mi infancia que si alguien usaba una máscara estaba ocultando algo horrible. A veces me veo reflejado en el espejo, pero me veo reflejado como una máscara. Tengo miedo de arrancar la máscara porque tengo miedo de ver mi verdadero rostro, que imagino atroz . Ahí puede estar la lepra o el mal o algo más terrible que cualquier imaginación mía.”
La captación del poeta de la experiencia de la pesadilla marca lo aterrorizante de aquello que la pesadilla enmascara.

Jacques Lacan la nombra como esa máscara de lo real, esa envoltura, ese escondite del real que más que otro gobierna nuestras actividades. Así la pesadilla es experimentada como el goce del Otro y la ilustra con la figura del íncubo, ese ser maligno, ese ser que hace sentir todo su extraño peso de goce sobre su pecho, que nos aplasta bajo su goce.
En la pesadilla aparece ese ser cuestionador que se despliega en esa dimensión llamada enigma, y pone en cuestión la demanda que está puesta en juego.
Es a partir de tomar la estructura de la pesadilla como un ser cuestionador que se ofrece como enigma a la demanda que iré diagramando el material clínico que ofrezco a continuación.

Se trata de una mujer que en el momento de tener la pesadilla estaba por atravesar un acontecimiento fundamental. Este acontecimiento tocaba su nominación y la enfrentaba a una nueva nominación: Señora de…
Llevar a cabo este acto tocaba los significantes de trampa, engaño y estafa. Los ideales de matrimonio y el mandato materno la colocaban en esta dirección.
El campo sintomático estaba diagramado por lo que la analizante llamaba ataques de descontrol (mareos, desmayos, sensación de despersonalización, pánico); de tener la dimensión de no habitar el lugar que ocupaba o tener el registro, en relación a sus actos, de estar mirando una película. Ahí donde no quería permanecer y permanecía, para no encontrar ese goce insoportable, aparecía el síntoma: no poder encontrar un lugar en su posición sexual, ataques que la dejaban sin ningún lugar.
El real del síntoma tocaba lesiones en la piel, quedaba al descubierto la carne. Marcas de ir más allá de la barrera, lo que tenía que quedar cubierto aparecía sin su envoltura, sin la piel.
La demanda quedaba formulada en que se autorice que cualquier medio es válido para alcanzar un fin.
La pesadilla viene a poner en cuestión esta demanda que toca su ser fundamental: Ser cómplice de la estafa. La pesadilla alude a ese sin lugar en que queda en su posición sexual. El habitar en ese espacio de engaño y trampa.

Texto de la pesadilla.
Entraba a un lugar muy confiadamente, el lugar me resultaba familiar, era un sitio como un laboratorio.
Seguía por un pasillo y ahí en el medio del pasillo, en una cama, me hacían un Papanicolao. Justo ese lugar , que me resultaba desubicado.
En otro momento entro a una sala que era una trampa, la gente se quedaba encerrada.
Salía del edificio a un jardín, quería escapar. Había un paredón que separaba el edificio de la calle.
La policía me decía que había una marcha de taxistas y la calle estaba ocupada.
Quería salir , no podía , en el laboratorio la gente quedaba atrapada. Me engañaron para que entre, ahora no quería permanecer ahí, me desesperaba. Me desperté.

Asociación:
Recuerdo una película. En la primera escena aparecen dos personas desnudas tiradas en la calle sin nombre. A una de las personas la llevan al hospital, la otra persona muere y desaparece.
En el hospital le hacen todo tipo de estudios para descubrir qué es lo que tiene. Antes de morir pronuncia el nombre de una droga que comienza con F. Muere y el cadáver desaparece.
Un médico descubre que un neurocirujano robaba personas anónimas para sacarles una sustancia de la columna vertebral para insertársela a otros y que pudieran caminar.
La película termina con que descubren al neurocirujano y lo matan.

Luego aparece una mujer, la esposa del que realizaba esos experimentos, que entrega una carpeta a otro médico con las fórmulas y le dice que el fin era bueno pero que tiene que haber mejor medio para lograrlo.

La pesadilla va marcando las trazas del opaco goce del Otro. El lugar que resulta familiar se torna oscuro, tramposo, siniestro. Ahí en la cama la extracción de una sustancia de su órgano femenino. El lugar resulta desubicado.
A partir de ahí la pesadilla se torna un laberinto de trampas y engaños.
Por último la desesperación y el despertar.
El recuerdo que la pesadilla despierta, vuelve a redoblar el ser cuestionador y su opaco goce ahí donde de la extracción de una sustancia que comienza con F, ya no del órgano femenino sino del mismo sistema nervioso, produciendo la muerte, es utilizado para el goce del Otro. Punto que no voy ha desarrollar pero si enunciarlo porque toca lo más real del padre.

Me interrogo por el despertar que la pesadilla produce. ¿De qué despertar se trata?
Jacques Lacan en el seminario “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanalis” se refiere con respecto al despertar del sueño ” Padre ¿acaso no ves que ardo?” de la siguiente manera: ” En el despertar ¿cómo no ver que tiene un doble sentido? ¿que el despertar que nos vuelve a situar en una realidad constituida y representada cumple un servicio doble? Lo real hay que buscarlo más allá del sueño. En lo que el sueño ha recubierto, envuelto, escondido, tras la falta de representación, de lo cual sólo hay en él lo que hace las veces de su lugarteniente. Ese real, más que cualquier otro gobierna nuestra actividades.”
Lo que despierta es el real que la pesadilla enmascara.
Sabemos que el síntoma guarda un trozo de real, en este material clínico presentado puedo ir realizando un cotejo entre el real que la pesadilla encubre y el real que el síntoma presenta. Punto que me permite verificar la hipótesis lacaniana sobre la pesadilla como unas de las máscaras de lo real.