Carl G. Jung, Sabina Spielrein, Karl Abraham, Sandor Ferenczi, Ernest Jones, Edoardo Weiss, Georg Groddeck, Stefan Zweig, Rainer María Rilke, Arthur Schnitzler…
Olga M. de Santesteban
Este espacio se constituye con el deseo de colocar a La Correspondencia de Sigmund Freud… como un lugar de trabajo y producción que nos permitirá abordar los momentos cruciales y los encuentros decisivos que van hilvanando la historia del psicoanálisis.
La Correspondencia junto a las biografías han formado parte desde siempre de la formación analítica en psicoanálisis, nos han permitido rescatar el deseo de Freud en situaciones privilegiadas en diferentes momentos de su creación.
La correspondencia comienza con el epistolario de Freud a cargo de su hijo Ernst: Sigmund Freud, Epistolario (1873-1939), edición inglesa. Se hizo una selección de las cartas a Martha, Freud escribe casi todos los días, a veces hasta dos o tres cartas al día.
Harold Blum, presidente de los Archivos Sigmund Freud, en 1986 la calificó como la más importante correspondencia amorosa de la cultura occidental. “En conjunto, aún no ha sido publicada” (Referencia citada por Peter Gay en: Freud, una vida de nuestro tiempo).
Ya en 1887 comienza la correspondencia con Wilhelm Fliess; la conforman 284 cartas, casi completa, una correspondencia que durará 17 años… hasta 1904 y que hoy conocemos por la intervención y tratativas que realizó la princesa Marie Bonaparte.
Correspondencia que Jacques Lacan llamó: “un extraordinario trabajo del amor”.
En esta ocasión vamos a entrar en el período de comienzo del siglo, donde va surgiendo una extensa red de relaciones alrededor de la figura de Freud; red que permitirá la creación de la Sociedad Psicológica de los miércoles, que dará lugar en 1908 a la Asociación Psicoanalítica de Viena, a la formación de una biblioteca, a pensar a la tarea Editorial, a las traducciones… a la creación de las sociedades en los diferentes países… y todo esto se acompaña de la correspondencia. Allí se revelará la lealtad personal y la honestidad científica de cada uno de los que participaban en esta obra colectiva que constituye el psicoanálisis… también sus rivalidades, la traición, y los tormentosos “affaires” amorosos, sus indiscreciones en el manejo de los curas, que acompañaban momentos entrañables y conmovedores… se alegraban con los éxitos y padecían con el sufrimiento del otro.
El 11 de abril de 1906 comienza la correspondencia con Carl G. Jung (1875 – 1961) que concluye en 1914 -solo una carta en 1923 para derivarle un paciente a Freud.
Acompañando esta correspondencia encontramos la de Sabina Spielrein (1885 – 1942) (miembro de la primera Asociación Psicoanalítica de Viena en 1911) y cuya figura no puede dejar de considerarse en las sospechas y los rencores que se tenían entre sí los personajes que participaron en esta oscura trama de amores, pasiones, rencores, temores, odios, discordias, rupturas que marcaron definitivamente los inicios del psicoanálisis… y nos dan una nueva clave de lectura para captar la ruptura con Jung, el ostracismo en Suiza y en Viena, el mundo del Burghölzli, la clínica psiquiátrica de Zurich, que formaban Jung, Binswanger, Abraham y Bleuler.
Hoy contamos con las cartas a Jung y a Freud que se cotejan con su diario, documentos encontrados por azar en 1977, en un edificio que años antes había sido la sede del Geneva Institute of Psychology, ciudad en la que Sabina Spielrein vivió y trabajó en la década de 1920. En 1923, la Dra. Spielrein decidió regresar a Rusia, su país natal y se dice que es probable que haya sido entonces cuando pasaron al sótano del Instituto.
Contamos hoy con cartas de Sabina Spielrein a Jung, de Jung a Freud, de Freud a Sabina, de Sabina a Freud, de Jung a Eva Spielrein (madre de Sabina), una oscura trama de pasiones que Jung sintetiza en una carta que le envía en 1908: “Busco a un ser humano que sepa amar… mi desgracia es que no puedo prescindir de la felicidad del amor, del amor eternamente tormentoso, eternamente cambiante”.
Sabina Spielrein fue la primera paciente que Jung trata con la teoría psicoanalítica en el Hospital psiquiátrico Burghölzli cuando sus padres la llevan en agosto de 1904 para ser tratada.
En abril de 1905 se inscribió en la Universidad de Zurich para estudiar medicina… en 1911 se recibe de médica… y se dedica al estudio del psicoanálisis.
Mujer apasionada, de amores tormentosos y de entregas alucinadas constituye un referente ineludible en la historia del Psicoanálisis.
La correspondencia con Karl Abraham (1877 – 1925) comienza el 15 de junio de 1907 y se cierra el 17 de enero de 1926 con la carta de pésame de Freud a la esposa de Abraham; su muerte ocurrió el 25 de diciembre de 1925.
Constituyó un duro golpe para Freud, una verdadera conmoción, tal como le escribe a Jones: “En las cartas, le llamaba bromeando, mi rocher de bronzer; me sentía seguro con la absoluta confianza que me inspiraba, a mi y a todo el mundo”.
Freud admiraba su capacidad clínica y su formalización teórica apresurada… y también su tenacidad, su lucha… apeló a lo largo de toda la correspondencia a pedirle tolerancia y él hasta el final… era un rocher de bronzer… pero sabía que para él toda aproximación podría trocarse en ataque y escuchaba a Freud… y se había jugado por la causa. En 1908 fundó la Asociación Psicoanalítica de Berlín.
Es una correspondencia conmovedora en los puntos más cruciales de una vida.
Recuperaremos la correspondencia con Sandor Fereczi (1873 – 1933). Correspondencia regular, casi diaria que mantuvieron a lo largo de 25 años. Son más de 1.200 cartas… comienza el 18 de enero de 1908… termina el 4 de mayo de 1933, inmediatamente antes de la muerte de Ferenczi. Fundó la Asociación Psicoanalítica Húngara.
Una amistad intensa, viajes, creación de la Asociación Psicoanalítica Internacional, trabajos, una relación que Freud llamó, “una íntima comunidad de vida, de pensamiento y de intereses” (11/1/1933) enlazan su figura a un trabajo creativo en la extensión del psicoanálisis y esencialmente al tema de la transferencia, y los fenómenos ocultos, que abrirán fisuras que serán una dura prueba en la relación con Freud.
En 1907 Jung le escribe a Freud presentándole a Ernest Jones (1879 – 1958), quien estudiaba en el Berghölzli de Zurich… pero será en 1908 cuando junto a A. A. Brill, un psiquiatra psicoanalista ya residente en Nueva York, visitará a Freud en Viena, el día de su cumpleaños, el 6 de mayo de 1908.
Este encuentro y los temas que se abordaron serán decisivos para abrir a la extensión del psicoanálisis en América y la traducción de la obra de Freud en lengua inglesa.
Jung se adelanta ya en 1908 a escribirle a Freud: “…Jones es un enigma… un mentiroso intelectual (sin intentar juzgar moralmente), un adulador y un oportunista”… aun así, Jones abrió el psicoanálisis en Londres y ya en 1919 crea la Sociedad Psicoanalítica Británica y se convertirá en una figura dominante como presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional en las décadas del 20 y del 30 desde donde ejerció una influencia enorme en la creación de formas de organización para instalar las publicaciones en el mundo de habla inglesa.
Colaboró en la organización de la emigración de los psicoanalistas judíos, primero desde Berlín tras el ascenso de Hitler al poder, y después desde Viena a finales de los años treinta.
Es el responsable de los tres tomos de la biografía de Freud, al que acompañó desde 1908 hasta su última carta el 3 de septiembre de 1939.
En otro nivel de importancia encontramos la correspondencia con Edoardo Weiss (1889 – 1970) pionero del psicoanálisis en Italia.
El intercambio epistolar data de 1908, era un joven estudiante de medicina que se dirigió a estudiar a la Universidad de Viena, comienza a frecuentar a Freud y las reuniones de los miércoles. Consultaba con Freud la dirección de sus casos… y en este sentido nos presenta un aspecto nuevo, en esta tarea de supervisión (15 casos) que no aparece en las otras correspondencias.
Weiss emprende también el trabajo de traducción de la obra de Freud. Le envía pacientes, Freud le hace comentarios sobre la dirección de las curas, todo esto constituye un material de una riqueza increíble en la interrogación sobre el diagnostico de estructura, el manejo de la transferencia en los diferentes momentos del tratamiento, especialmente de transferencia negativa, donde Freud le indica donde localizar las relaciones simbólicas… diferentes aspectos que se entrelazan con la extensión del psicoanálisis.
Edoardo Weiss es el fundador de la Sociedad Psicoanalítica Italiana y de la Rivista Italiana di Psicoanálisi.
Sufrió las consecuencias del fascismo, emigró a los Estados Unidos.
Este intercambio llega hasta 1936.
Otra de las correspondencias es la de Georg Groddeck (1866 – 1934) que abarca de 1917 hasta 1934, de quien Freud toma el término Ello (quien a su vez lo toma de Nietzche y de Schopenhauer).
Asistiremos al contraste de las relaciones entre el mundo orgánico y psíquico, debate que aún hoy permanece abierto.
Desde 1909 se denominaba “analista salvaje” hasta que en 1913 al leer La interpretación de los sueños y Psicopatología de la vida cotidiana, se dice que se sintió anonadado y le escribe a Freud para contarle la historia de su “conversión” al psicoanálisis.
Sostenía que las enfermedades orgánicas, eran simplemente expresiones físicas de conflictos emocionales inconscientes. Su frase era: “el hombre es vivído por el Ello”.
Freud no aceptó su sentido, era determinista no fatalista.
Groddeck inauguró un amplio debate original, osado y escandaloso sobre la producción de lo real, con casos clínicos que abrirán, sin duda, un sin fin de interrogantes y sorpresas, sobre todo, para médicos, neurólogos, psiquiatras… una relación cálida y querible en la extensión del psicoanálisis que nos ha dejado siempre una profunda enseñanza de cómo se encaran las divergencias críticas…
Extensión, traducciones al sueco realizadas por su esposa… un ir y venir de pasiones y un amor creciente lo llevaban siempre a las críticas de los colaboradores de Freud… en una ocasión, al enterarse de que Freud no iba a participar del Congreso de Salzburgo, le escribió a Freud que deseaba retirar su trabajo, porque no quería: “la extraña atmósfera de confrontación y litigio entre los leones del congreso… sigo mi silencioso camino en el trabajo y venero a Freud desde la lejanía” (18 de diciembre de 1924).
Freud le responde: “Me irrita, naturalmente, un rasgo de su carácter que de buen grado desearía cambiar, aunque sé muy bien que no llegaría muy lejos. Lamento que quiera alzar un muro entre Ud. y los demás leones que llenan la jaula del congreso. Es muy difícil ejercer el psicoanálisis en calidad de solitario; pues se trata de una empresa exquisitamente comunitaria. Y en cualquier caso sería mucho mejor que todos rugiéramos o aulláramos a coro y en armonía, en lugar de que cada cual se limite a gruñir en su rincón”.
Otro aspecto de la correspondencia es el que sostiene Freud con creadores literarios y poetas que enriquecen este capítulo de encuentros decisivos con Romain Rolland, Stefan Zweig, Rainer Maria Rilke, Arthur Schnitzler… la lista es infinita.