Homenaje a SALVADOR DALÍ

Homenaje a SALVADOR DALÍ

Veladas de Arte <> Psicoanálisis

CENTRO CULTURAL KONEX

Ciclo Homenaje a SALVADOR DALÍ
1904 – 2004

El mundo celebra la obra de un hombre que ha trascendido su siglo, uno de los grandes nombres de la historia del arte. Las obras de Sigmund Freud y Jacques Lacan nos conducen a los creadores porque ellos han podido captar la naturaleza poética del inconsciente.

Salvador Dalí: la poética del inconsciente
Alicia Pagliarani
Salvador Dalí nos sirve como soporte para abordar la mirada, forma del objeto “a” en el nivel de la pulsión escópica. Su función es central para la estructuración del deseo inscripto en el inconsciente. La obra de este creador genial nos permite acercarnos al carácter evanescente de la  mirada, lo que se hace visible o desaparece según la posición del observador, a lo engañoso de los sentidos… Así como también, a través de infinitas pinturas donde inmortalizó a su musa Gala, dio una respuesta poética al problema central de la posición masculina jugado en la división entre el amor y el deseo, entre la sensualidad y lo virginal.

Inscribir un nombre, un estilo,

en la creación artística del siglo XX

Perla T. de Cheb Terrab

Salvador Dalí a través de su arte nos captura, logrando hacer de su fantasma un aporte al movimiento cultural de su siglo. El espectador queda intimidado, atrapado, manipulado, cae a través de las falsas apariencias, del engaño que ofrece el cuadro, en la trampa para el ojo, produciendo una satisfacción, que en la dimensión del goce, nombramos como goce estético.
Los paisajes de la infancia, la familia, la figura paterna, los amigos, la mujer, la sexualidad, la guerra, la muerte, la religión, el cosmos, la ciencia, el alimento, la podredumbre, los insectos, el tiempo, el espacio, el sueño, el inconsciente… son plasmados con una insistencia que los hace cuadro, luego otro y otro más, y nosotros espectadores los recorremos cada vez, otra vez, con la expectativa de extraer de ellos el goce del artista hecho creación.
Capacidad del genio, quien desde lo más caótico, desorganizado, despedazado de su interior ha hecho invención, invención de un estilo, rasgo diferencial que podríamos reconocer en sus obras a modo de signo aunque ellas no estuvieran firmadas, dejándonos ese dulce sabor que deja el encuentro con algo bello.
                                                                                                                                           

PABLO PICASSO

La mirada del artista:
Mujeres picassianas
El creador y su modelo: Dora Maar
Ana C. Carlós

La obra de este gran creador, fundador de una nueva estética, constituye un verdadero homenaje, a las mujeres. Mujeres que, en su singularidad en tanto formaban parte de su fuerza de inspiración, han quedado prendidas e inscriptas en el cuadro, como las huellas más vívidas de sus historias amorosas, su erotismo, sus odios, sus pasiones. Ese rasgo singular de sus mujeres, lo más íntimo de una historia amorosa, la  captación y la esencialidad del mundo femenino que está reflejado en su obra.   Como Picasso ha dicho, sus obras formaban parte de su autobiografía, las páginas de su diario, eran fechables. Era necesario como él lo manifestaba, primero violarlas y luego pintarlas.
Mujeres, diosas, propiciadoras del trabajo artístico, musas inspiradoras, que penetran en el cuadro bajo el imperativo del pincel del artista, y mujeres en la obra que con su provocación solicitan su mirada.
Las 50 diapositivas que acompañaron la exposición fueron facilitadas por el centro de documentación Casa Natal Museo Picasso de Málaga.


El campo de la mirada: DIEGO DE VELÁZQUEZ

Velázquez: Las meninas
María Isabel S. de Espinosa

El pintor está ligeramente alejado del cuadro. Lanza una mirada sobre el modelo; quizás se trata de añadir un último toque, pero también puede ser que no haya dado aún la primera pincelada. Esta mano hábil depende de la vista; y la vista a su vez descansa sobre el gesto suspendido. Entre la fina punta del pincel y el acero de la mirada, el espectáculo va a desplegar su volumen. Pero no sin un sutil sistema de esquivos’”.

 
EDVARD MUNCH

Edvard Munch: El alarido de la naturaleza

M. Cristina S. de Pérez

La pintura de Edvard Munch nos sumerge en temas fundamentales de la vida humana: la sexualidad y la muerte, temas que incluyen las interrogaciones por el erotismo, el sueño, la angustia, la soledad.
Edvard Munch se revela dotado de una sensibilidad exquisita y un ojo de precisión fotográfica que le permite  escrudiñar su mundo interior para crear, como a él mismo le gustaba  decir, la anatomía del alma. La mujer, el amor, la soledad, la vida y la muerte, el alarido de la naturaleza, la realidad cotidiana,  paisajes,  retratos y autorretratos con los que  logra para  la pintura noruega dar un paso fundamental desde una total dependencia de las escuelas extranjeras hasta convertirse en una significativa influencia para toda una época. Este paso es realizado a partir de una innovación en el mundo pictórico: el estado de ánimo, la condición emocional de la que surgía la obra, la representación de una experiencia íntima y no de un acontecimiento exterior. El derrumbe, el pánico, el insomnio persistente,  el crujido de las voces, el alcohol…, significantes que marcaron su vida contrastan con la ejecución de una obra magnífica y colosal que lo ubican no sólo como pintor sino también como poeta y pensador, verdadero padre del expresionismo alemán.
Padre en tanto la radicalidad de su apuesta lo convertirá en punto de referencia para una nueva generación de artistas y en un elemento fundamental para la comprensión del arte del siglo XX. En este camino  nos detendremos en su obra fundamental “El grito” para situar, según Jacques Lacan, como…el grito parece provocar el silencio ya que  está atravesado por el espacio del silencio sin que él lo habite

Edvard Munch

Adriana Beuille

El mundo pulsional encuentra su enlace al inconsciente mediante el objeto “a” denominado para la pulsión invocante, objeto voz. Son esas trazas que han quedado de una voz, significantes que organizan ese mundo pulsional.
Tomando la fórmula del deseo inconsciente “El deseo del hombre es el deseo del Otro”, se va conformando  el modo en que el sujeto queda atrapado imaginariamente en la red significante del Otro. Ese Otro de la existencia es aquel que decodifica, que significa con una palabra atrapada en su deseo aquello que de lo real irrumpe, para que el grito se pierda y pueda advenir lo que es de la palabra.
Jacques Lacan nos conduce a la obra de Edvard Munch, especialmente a uno de sus cuadros más célebres “El Grito” (1893) para ilustrar el valor del grito y del silencio. El grito nos da la seguridad de ese algo donde el sujeto no aparece más que como significante de esa abertura, de esa grieta  abierta, anónima, la ausencia del Otro.

El campo de la mirada

La anamorfosis

Liliana A. Berraondo

Toda obra de arte se caracteriza por un cierto modo de organización de líneas, colores, formas y  perspectivas alrededor de un vacío.  La pintura progresa en el dominio de ese vacío, aprendiendo a fijarlo bajo la ilusión del dominio del espacio. La óptica geometral da cuenta de ese espacio, supuestamente homogéneo, realista, y sin escondrijos, que presentificará un sujeto, sujeto de la representación, cuya posición es la de quien sostiene la presunción de que todo se crea a partir de la percepción. Es a través de la visión, que Jacques Lacan da cuenta del estatuto de la conciencia y de su función de desconocimiento.
Es a fines del siglo XVI, y principios del XVII que se produce un punto de giro, donde el artista cambia completamente la utilización de esta ilusión del manejo del espacio.
La anamorfosis es una construcción hecha de tal modo, que por transposición óptica, cierta forma que a primera vista no es perceptible se organiza en una imagen legible.
Jacques Lacan extrae de este procedimiento pictórico, una enseñanza para su teorización del sujeto, que va a definir en tanto sujeto nadificado. La mirada en su función evanescente, ha de ser buscada en un más allá.

LA ANAMORFOSIS

Nancy Hagenbuch

Considerar al sujeto sostenido en la función del deseo nos permite captar la profunda hiancia entre la visión y la mirada.

Nunca me miras desde donde te veo.
Lo que miro no es lo que quiero ver.

Jacques Lacan en su seminario “Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis” interroga la función de la anamorfosispara mostrar que la relación de la mirada con lo que se quiere ver es una relación de señuelo.
La anamorfosis muestra que en la pintura no está presente una reproducción realista de la cosa del espacio. Desde determinada posición se puede captar figuras que no aparecían en el campo de la visión.
En el cuadro de  Hans Holbein  Los embajadores el objeto que flota, la calavera, esta ahí para ser mirado y atrapar asíal que mira.
Este cuadro es, sencillamente, lo que es todo cuadro, una trampa de cazar miradas.
A quien va a ver su cuadro, el pintor da algo que podríamos resumir así-¿Quieres mirar? ¡Pues aquí tiene, ve esto! Se da algo al ojo, no a la mirada, algo que entraña un abandono, un deponer la mirada.
La relación del pintor y el espectador es un juego de trompe-l´oeil; un juego para engañar.

Jean Paul Sartre

Una mirada imaginada en el campo del Otro

Liliana A. Berraondo

JacquesLacan extrae para el desarrollo del campo escópico ciertos conceptosdel texto El ser y la nada de Jean Paul Sartre.
Para un analista se trata de una lectura esencial en el interior de un registro donde se reconoce el plano de lo imaginario.
Sartre hace girar toda su demostración alrededor del  fenómeno fundamental que él llama la mirada. Toda la fenomenología de la vergüenza, del pudor, del prestigio, del temor particular engendrado por la mirada, están admirablemente bien descritos en este libro.

 

Maurice Merlau-Ponty

“Somos seres mirados en el  espectáculo del mundo”

Liliana A. Berraondo

JacquesLacan pone en cuestión que sea en la relación de sujeto a sujeto, en la función de otro en cuanto que me mira, que comprendamos eso de lo que se trata la mirada.
Merleau Ponty nos abre la puerta a algo que excede el plano intersubjetivo. Será en la preexistencia de la mirada a lo visible, en el somos seres mirados en el espectáculo del mundo  pero sin que nos lo muestre, donde algo se sustraerá abriendo el umbral de lo visible, determinando al sujeto desde la hiancia corporal.