EL DISPOSITIVO DE CARTEL: Condiciones para la ejecución de un producto propio

EL DISPOSITIVO DE CARTEL: Condiciones para la ejecución de un producto propio

EL DISPOSITIVO DE CARTEL:

Condiciones para la ejecución de un producto propio

Olga M. de Santesteban

En 1964 Jacques Lacan planteaba que:
…el cartel no es el órgano de un trabajo colectivo. Unos sujetos se han reunido para proseguir a cielo abierto en su grupo el progreso de cada uno sobre un tema elegido por ellos.
Hacer del control que resulte de esto, el objeto de una experiencia psicoanalítica, esto especifica el cartel… La existencia de un cartel descansa sobre una comunidad de método.

El 11 de Marzo de 1980 en D’Écolage Jacques Lacan proponía:

…restauro… el órgano de base retomado de la fundación de la Escuela, es decir, el cartel, del cual, experiencia hecha, afino la formalización”:

1°  Cuatro se eligen, para proseguir un trabajo que debe tener su producto.
Preciso: producto propio de cada uno y no colectivo.


2°  La conjunción de los cuatro se hace alrededor de un Más-uno, quien, si bien es cualquiera, debe ser alguien. A su cargo está el velar por los efectos internos de la empresa y provocar su elaboración.


3º  Para prevenir el efecto de encolado, debe hacerse la permutación en término fijo de un año, dos como máximo.


4°  Ningún progreso es esperable, sino una exposición a cielo abierto periódica de los resultados y de las crisis de trabajo.


5°  El sorteo asegurará la renovación regular de los hitos creados a fin de vectorializar el conjunto.

Continuando en el camino de producir en la experiencia de cartel los ejes que lleven a convertirla en objeto de una experiencia psicoanalítica… la obra de Lacan permite medir los efectos producidos a medida que se va cursando la experiencia. Cada nueva vuelta en la constitución del cartel o en su permutación vuelve a interrogar los nudos esenciales…
trabajo y producción se ha constituido en enigma, ya que al recorrer sus bordes va mostrando sus impasses y sus aristas.
Jacques Lacan  decía que había que ubicar la necesariedad de admitir la aridez, la sequedad, el rodeo, incluso la incertidumbre de sus bordes.
Esto sólo aparece al colocarse bajo el estatuto que ha creado Jacques Lacan donde fija las condiciones para la realización del producto propio.
Esto permite medir la distancia que hay entre el conjunto de condiciones para la realización del producto propio y la economía de goce, la obscenidad imaginaria, los efectos de grupo y masificación del conjunto.
Atenerse a ciertas condiciones donde se pone en acto la elección producida, el acuerdo sobre la demanda formulada, el sostener un ritmo de estudio y producción, el sostener la función más uno permutante, y desplazable, el lograr un punto de identificación que hace de sostén y marco al trabajo que allí se pueda proseguir en los términos de una exposición periódica de los resultados y de las crisis de trabajo, hacen a las condiciones para la elaboración del producto propio.
La Sección Cartel ha introducido en la formación del analista un conjunto de nuevos términos que corresponden a momentos avanzados en la obra de Jacques Lacan, esto quiere decir, que corresponde a tiempos lógicos en la dirección de la cura ya avanzada que implica considerar la economía de goce, la lógica del fantasma, el procesamiento del a, las condiciones del goce y sus residuos.
Pone a prueba la transferencia a los significantes del psicoanálisis, el lugar del maestro…
Estar cursando una experiencia no implica que se pueda formalizar esta experiencia, se necesita agregar algo más en otro espacio para establecer los ejes de esa experiencia y formalizarlos, en una escritura que haga transmisión.
En el texto “el deseo del analista y su agalma” un capítulo dedicado a cercar los ejes del trabajo y la producción ofrece un conjunto de nudos que hacen a la posibilidad de ampliar el horizonte de este concepto. Esencialmente a las relaciones entre el trabajo y el goce, es así que surgen una serie de títulos que enmarcan la posibilidad de situar por qué nos atenemos a ciertos significantes.
El descubrimiento freudiano mostró que… Si el inconsciente trabaja, el saber se inventa y que el sexo es un decir.
¿Qué preside el saber? ¿Un deseo? ¿Hay deseo de saber? Lacan dirá -ratificando a Freud- que lo que hay es horror al saber.
Otro de los lugares donde se sitúa la relación entre el trabajo y el goce lo encontramos al establecer una relación entre el inconsciente y el lenguaje.
El lenguaje es cifra… el Inconsciente trabaja… el sueño es cifrado de goce. Un nuevo concepto surgirá al establecer el trabajo en más -el plus de trabajo- el saber como medio de goce.
No se podría interrogar la relación entre el trabajo y el goce, sin considerar el lugar del autor.
¿Qué es un autor? ¿El psicoanalista es un autor? ¿Y el significante Amo se cree autor? Pregunta que abre el camino a situar la escritura, la relación entre el discurso y el Inconsciente, el lugar de la apariencia y lo real y la incidencia de la castración en este sistema. Punto que lo lleva a Lacan a ubicar lo que no puede ser escrito: el goce sexual. En este sistema el falo es el significante faltante, es lo que falta, está representado por el goce sexual. No está en el sistema del sujeto ya que no es el sujeto quién lo representa.
Lacan dirá: no hay sujeto del goce sexual.
El falo como significante faltante está radicalmente forcluido. El goce sexual es un real.
Recordemos que el falo es el significante que agujerea al Otro, por tanto es el significante del goce, ese significante excluido es el significante fálico.
Este conjunto de conceptos en los cuales J. Lacan diagrama el inconsciente y su relación al goce sirven de marco para continuar interrogando las relaciones entre el trabajo y la producción.

VOLVER A LEER EL ESTATUTO DEL CARTEL
DESDE EL ACTO ANALÍTICO
EL TRABAJO – LA PRODUCCIÓN

En el seminario El acto analítico, Jacques  Lacan intentó diferenciar en el psicoanalizante una tarea singular, un hacer de pura palabra y en el psicoanalista el acto. El acto en tanto supone atravesar algo que estaba prohibido, algo que suscita un nuevo deseo y que produce un efecto de ruptura sobre el cogito.

El analista instituye el acto
a partir de que acepta y es sostén del sujeto supuesto saber al que sin embargo -dirá Lacan- el analista sabe que está destinado al des-ser y que constituye un acto en falso “puesto que él no es el sujeto supuesto saber; que no puede serlo y que no hay nadie mejor que el psicoanalista para saber esto”.
Pero valdría aclarar que el estatuto del acto tiene esta distribución:
• Del lado psicoanalizante: un hacer.
• Del lado psicoanalista: un acto.
Y que el hacer psicoanalizante es el camino recorrido en tanto va del sujeto ingenuo que es el sujeto alienado a esa realización de la falta -esa falta que está ya desde el origen- esa falta es el deseo que ha hecho el progreso lógico: es la realización como tal de la falta fálica, ese: “no tiene el órgano”.como realización subjetiva.
En el centro de esta distinción surge el interrogante sobre el término trabajo y la necesidad de admitir la aridez, la sequedad, el rodeo, incluso la incertidumbre de sus bordes.
El término trabajo no podría separarse del de producto y de producción.
En estas relaciones Lacan colocará esta especie -el psicoanalista- definiéndolo como producción. Si no hubiera psicoanalizante no habría psicoanalista.
Y el psicoanalista se define a ese nivel de la producción por lo siguiente: “Ser esa clase de sujeto que puede abordar las consecuencias del discurso de una forma tan pura como para poder aislar el plano en sus relaciones con el que, por su acto, instala la tarea y el programa de esa tarea, y durante todo el sostén de esa tarea, no ver allí más que sus relaciones, que son las que yo designo cuando manejo toda esta álgebra: el sujeto dividido, el a, incluso el A y el i  de a, el que es capaz de sostenerse en ese nivel, es decir, no ver más que el punto donde está el sujeto en esta tarea cuyo fin es cuando cae al último término lo que es el objeto a”.
Las frases están abigarradas por efecto de la traducción, ubiquemos sus términos:
La producción es el surgimiento de una posición donde se procesa la economía de goce para poder ubicar al sujeto que puede abordar las consecuencias del discurso, esto implica a lo largo del sostén de la tarea analizante un atenerse a las relaciones lógicas que permite la gramática del fantasma para operar en la trama significante y hacer surgir el sujeto que estaba en fading.
¿Cómo sitúa Jacques Lacan el sujeto? Es esencialmente el que habla y sobre el que se experimentan los efectos de la palabra.
Su discurso, tal como está instituido por la regla analítica, está hecho para probar que, como sujeto él está de aquí en adelante constituido por los efectos de la palabra.
Lacan reiterará una vuelta más de la consecuencia y los efectos del discurso al señalar que sin embargo, también es cierto que ese discurso mismo tal como va a continuarse, sostenerse como tarea, encuentra su sanción, su balance y su resultado como efecto de ese discurso, cualquiera sea la inserción que tome el analista por su interpretación.
Entonces el sujeto es un sujeto definido como efecto de discurso, hasta el punto de hacer la prueba de perderse y reencontrarse.
Un sujeto que se pone a prueba por su propia dimisión y sólo puede ser representado por su ausencia.
Psicoanalizante es ese sujeto que eligió hacerse si se puede decir, más alienado que otro, encomendándose únicamente a los rodeos de un discurso no elegido, es por supuesto sobre una elección enmascarada… la elección de probarse a los efectos del lenguaje.
El otro término es el a que es efecto del discurso del analizante, pero que por efecto del acto se transforma en una producción de la cadena del psicoanalista.
Toda la operación es posible si el psicoanalista es en sí el soporte de ese objeto a.
Esto no es metafórico -dirá Lacan- son ese desecho (seno – excremento – mirada – voz) presidiendo la operación de la tarea.
Al término de la operación psicoanalizante va a reaparecer en lo real: como arrojado por el psicoanalizante. Ese a es el psicoanalista.
El psicoanalista se distingue no recurriendo nunca, en su relación en el interior del psicoanálisis, a ese inexpresable, a ese término que sólo da el soporte a la realidad del otro, que es el “tú me agradas” o “tú me desagradas”.
Se trata de la extracción, de la ausencia de esta dimensión para ese -“ser psicoanalista”- que puede hacer girar, por estar él mismo en posición de a, todo eso de lo que se trata en la relación del sujeto analizante a la verdad.
Hacerlo girar en esta álgebra es hacerlo girar en estos términos que no concierne en nada a una multitud de dimensiones existentes… Lacan señala que esta producción que se realiza sobre el diván es la producción totalmente comparable a la de tal o cual máquina que circula en nuestro mundo científico y que es propiamente la producción del psicoanalizante.
Los términos del álgebra entonces son: El sujeto dividido determinado por el significante, siempre por dos significantes o más exactamente por un significante como el representante ante otro significante.
El uso de la lógica del significante y la lógica del fantasma depende de la autorización que otorgue el analista a poner en juego que “eso, no es eso” para hacer surgir la letra que porta el cifrado de goce.
El significante se inscribe en el lugar del Otro estableciendo el estatuto de la verdad.
Pero el sujeto es efecto del rasgo unario, de la primera identificación, la que interviene en la función de la idealización (libido narcisista) y de la función del a, del desecho (libido objetal). El sujeto depende del a, es consecuencia de la pérdida constitutiva, ese objeto perdido es causa del deseo.
Lo que se inscribe como falta es consecuencia de la pérdida, así el sujeto depende de esa causa que lo hace dividido y que se llama objeto a. El sujeto no es causa de sí.
Lacan reiterará que el sujeto tendría que ubicarse en la consecuencia de la pérdida que constituye el objeto a… para saber lo que le falta.
Estos dos planos marcan la emergencia a partir del estatuto de la verdad, del saber en tanto es una función imaginaria de idealización.
Frente a la emergencia del saber, el síntoma se presenta como el fracaso de lo que es sabible.
Es por la función de la idealización que se produce la división del sujeto que permite unir, reunir, producir la ligazón al deseo del Otro.
El valor de la idealización es que en après-coup vuelve sobre el Padre muerto para articular allí un lazo social instituyente del Nombre del Padre.
Tiempo de la identificación…, tiempos de constitución del sujeto, tiempos de invención del ideal… tiempo de producción para regular el Ideal con la invención y las versiones del Padre y lo singular del rasgo unario.
La idealización así acompañando el mundo pulsional pone al descubierto la necesariedad de la identificación a un punto determinado para instituir un funcionamiento.
Este punto será crucial en el estatuto del cartel, sólo la identificación a un punto preciso que articule la demanda permite presentarse como formando parte de un cartel; esto es, tomar existencia dentro de un dispositivo que fija las condiciones para la realización de un producto propio.
Punto esencial de la teoría freudiana donde la Ley del Padre y la identificación con un antepasado común -figura de invención- permiten instalar en un grupo un lazo diferente que excluya los conflictos fraternos.
Es necesario articular la pregunta por la transmisión de la producción en el cartel.
Punto considerado por Jacques Lacan al colocar al cartel en extensión, por fuera de la reunión de los cuatro para ventilar las crisis y recapturar los impasses del lazo social.
Se trata de sujetos deseantes que colocados en un dispositivo se atienen a determinadas condiciones para proseguir un trabajo.
¿Un nuevo dispositivo para que emerja la producción será la posibilidad de poner en acto en cada ocasión la apuesta fundamental de la causa del deseo?
¿Causa del deseo para volver a recapturar los significantes singulares que para cada uno marcó la operación de constitución del sujeto?
Sólo el objeto perdido inaugura la producción de la causa del deseo…, de ahí en más una elección…, forzosamente perdedora lo sumerge al sujeto en el mundo de los pactos del intercambio…, del producto propio, no colectivo.

LA DIALÉCTICA DEL AMO Y EL ESCLAVO
UN MITO ORIGINARIO
EL GOCE DEL OTRO

Jacques Lacan volverá una vez más a leer “La dialéctica del Amo y el esclavo” de Hegel, para decir que es un mito originario de la relación humana donde el Amo se ha comprometido en esta lucha por razones de puro prestigio y por esto ha arriesgado su vida. Apostó a ganar.
Este es el riesgo que marca su superioridad y es en su nombre que es reconocido como Amo por el esclavo. Pero este reconocimiento del esclavo nada vale porque el Amo no reconoce al esclavo como hombre.
Este callejón sin salida de la relación imaginaria será abierto por Jacques Lacan para captar en él la incidencia del goce.
A partir de pensar que es al esclavo al que se le pide satisfacer el deseo y el goce del Otro, se volverá a situar, en una nueva vuelta el valor del Ideal, el que encontrará por fin el verdadero lugar en lo real del goce.
¿Cuál es la incidencia del Ideal en esta relación?
Lacan dirá que la verdadera explotación del hombre por el hombre comienza a nivel de la ética: Es el esclavo quien es el Ideal del Amo… ¿por qué? porque le aporta lo que le falta, el uno en más.
¿Qué es el Ideal?
El Ideal es servicio… o el Ideal del yo es un cuerpo que obedece.
Es así entonces, que el Amo va a buscarlo en el esclavo.
¿Qué busca?… el saber nace del esclavo -dirá Lacan- el saber sirve al Amo.
¿Qué se busca en la esclavitud del otro?
El plus de gozar.
Es el hecho de tener a disposición el cuerpo del otro, sin poder nada sobre lo que es de su goce, que reside la función del plus de gozar.
Lacan apelará a ubicar el recurso del Habeas Corpus indicando en ese “tendrás tu cuerpo” y en el “tú tienes tu cuerpo; él te pertenece, nadie más que tú puede disponer de él para hacerlo freír”, indicando –decía- la torsión esencial del goce y en ese “tú puedes disponer de él para hacerlo freír”, la disyunción esencial entre saber y goce.
El Amo es la ignorancia del sujeto como tal, en tanto, está representado en otra parte, esto es, el inconsciente. La relación del sujeto al a está marcada por la función del a, en tanto es una relación de juego y riesgo.
Lacan señalará -en un aporte esencial- que se tiene sólo una vida para apostar.
Hegel se equivocó, la que estaba en juego era la vida del esclavo.

La apuesta no es la vida del Amo. Su otro goce es el de la vida del esclavo.
La lucha a muerte es un significante. Todos saben que la muerte está fuera del juego, no se sabe lo que es esto, pero el veredicto de la muerte he allí lo que es el Amo como sujeto.
Veredicto significante: quizás el único verdadero. Eso de lo cual él vive es de una vida, pero no de la suya, la del esclavo.
Este desarrollo de Jaques Lacan, marca un tiempo fundamental en la posibilidad de situar las relaciones entre el trabajo y la producción y la incidencia del plus de gozar.
Ilumina con una nueva luz las relaciones entre la verdad y el saber… establece la diferencia entre el deseo de saber que no conduce al saber y el saber, en tanto es aquello que liga en una relación de red un significante a otro significante (S2)… el saber y los medios de goce… de qué modo el saber sirve al Amo… y la incidencia subversiva que supone volver a leer la dialéctica del Amo y el esclavo como un mito originario de la relación humana, donde la lucha a muerte es una función del Ideal.
Escapar a la muerte es escapar del goce.
En el seminario “El acto psicoanalítico” Lacan volverá a situar al cogito cartesiano y la Dialéctica del Amo y el esclavo como dos lugares donde se produce una puesta en suspenso de todo saber posible.
En Hegel al fin de la aventura ese sujeto nos da el saber absoluto.
Hegel coloca el saber en el origen presentado como el saber de la muerte… es decir, otra forma extrema, radical, de puesta en suspenso como fundamento de ese sujeto del saber.
Lacan colocará al objeto a en Hegel en ese saber como saber de la Muerte, articulado en esa lucha a muerte de puro prestigio en tanto que funda el estatuto del Amo, de ahí proviene esa AU’FHEBUNG del goce, del que da su razón. (Recordemos que Au’fhebung Indica abolición, supresión, rescisión, anulación, casación, alzamiento, destrueque, desestanco.)
Es renunciando al goce en un acto decisivo para hacerse sujeto de la muerte que el Amo se instituye.
Lacan plantea que ahí se presenta la objeción que podemos hacer de que por una muy singular paradoja inexplicada en Hegel es al Amo que reformará esa Au’fhebung del goce.
Montones de veces hemos preguntado por qué?  ¿Por qué razón si es para no renunciar al goce que el esclavo se vuelve esclavo, por qué no lo conserva?
¿Por qué vuelve al Amo?, cuyo estatuto es haber renunciado al goce?
Las condiciones para la ejecución de un trabajo establecidas por Jacques Lacan en el estatuto del cartel dan el marco para posibilitar que eso que trabaja haga su producción.
Producción que surge por efecto de un deseo y de la transferencia a los significantes del psicoanálisis.
Los impasses del cartel revelan para cada uno que ha hecho la experiencia cartelizante que apostar y comprometerse por razones de puro prestigio…, esto es apostar para ganar… ha hecho emerger siempre la figura ridícula y rechazante de una suficiencia que perturba la transferencia de trabajo.
En el orden de la producción este riesgo no indica ninguna superioridad…
Lacan señalaba que cada uno sabe que el Amo no sabe nada y a esto lo llama un boludo.
Apostar para ganar es lo que revela que la función del a no está puesta en juego… no hay juego sin riesgo…, no hay juego sin pagar el precio que supone la renuncia al goce.
El cartel como experiencia inaugural en el orden de un dispositivo que da el marco simbólico sitúa un real frente al cual los sujetos pueden ubicarse para ofrecer un producto propio en ese nuevo lazo social que engendra el psicoanálisis…

Mayo 1994. Ratificado 2008