“El Crimen de las hermanas Papin” “Tótem y Tabú…” de Sigmund Freud (1913) En el origen de la Cultura…

“El Crimen de las hermanas Papin” “Tótem y Tabú…” de Sigmund Freud (1913) En el origen de la Cultura…

 

“El Crimen de las hermanas Papin”

“Tótem y Tabú…” de Sigmund Freud (1913)

En el origen de la Cultura…

                                          El Mito del asesinato del padre de la horda primordial

Perla Trajtemberg

Convocada por el tema que nos reúne, la proyección del film que presenta “El crimen de las hermanas Papin”, me surgió el deseo de recorrer el texto que conocemos en forma abreviada como “Tótem y tabú…” de Sigmund Freud, cuyo título completo es: “Tótem y Tabú. Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos” de (1913), con el objetivo de recuperar y compartir con ustedes lo que le dio fundamento a esta investigación freudiana y a la creación del mito del asesinato del padre, que según Jacques Lacan… es el único mito aportado a la modernidad y nada más ni nada menos fue Sigmund Freud quien lo hizo.

El desarrollo que Sigmund Freud nos propuso gira en torno de la noción de crimen y sus consecuencias en el origen de la sociedad humana. Freud encuentra en este origen dos interdicciones que serán el fundamento de la cultura: no matarás y no cometerás incesto. Siguiendo su construcción mítica… en el origen encontramos el asesinato del padre de la horda primordial como condición para el comienzo de las organizaciones sociales, las limitaciones éticas y la religión.

No deja de maravillarnos cada vez, la anticipación freudiana y su búsqueda de aquello que puede ser establecido como universal. Será años después, en la década de 1950, cuando el antropólogo Claude Lévi Strauss, considerado el verdadero fundador de la antropología en el sentido moderno del término, seguiría esa senda y daría a la prohibición del incesto una iluminación nueva al mostrar que la misma responde al paso de la naturaleza a la cultura, dándole un carácter universal y llevando a una nueva valorización el estudio del conjunto de las sociedades humanas. Según su hipótesis a la universalización de la prohibición del incesto correspondía un sistema de intercambios matrimoniales regulado por una organización estructural que escapa a la conciencia individual y atraviesa a cada sociedad en su conjunto, más allá de su geografía.

Bien conocido es que Sigmund Freud fue un hombre sumamente culto, también un apasionado por la antropología, la historia de los pueblos, sus sagas, mitos y folklore, investigador minucioso tuvo una pretensión al ofrecer los cuatro ensayos que reúne este escrito, dicho con sus propias palabras: “echar puentes entre etnólogos, lingüistas, folklorólogos, por un lado, y psicoanalistas por el otro…”

James Strachey destaca en la “Nota Introductoria” al texto en versión inglesa que Sigmund Freud le había declarado, probablemente en 1921, que consideraba a “Tótem y tabú”, su obra mejor escrita y que fue durante toda su vida uno de sus libros favoritos, a tal punto que resumió su contenido y lo examinó con particular cuidado en el capítulo VI de su “Presentación Autobiográfica” (1925) y lo citó muchas veces en la última obra publicada estando él en vida “Moisés y la religión monoteísta” (1939)

Es de destacar también que en vida de Freud el libro fue traducido al inglés, húngaro, español, portugués, francés, italiano, japonés en dos oportunidades y hebreo, traducción que cuenta con un prólogo de Sigmund Freud.

  • Abordemos el Mito del Asesinato del padre de la horda primordial

El ensayo de Freud es un desarrollo de antropología social, una recuperación de las investigaciones y teorías forjadas sobre los pueblos primitivos, hipótesis obtenidas tras la realización de estudios de campo y que han consignado la relación de los pueblos salvajes con su tótem y sus tabúes, es decir, las prohibiciones que se imponían para poner freno a sus tentaciones.

Destaquemos los autores que Freud cita: Herbert Spencer, J. G. Frazer, A. Lang, E. B. Tylor, W. Wundt y fundamentalmente el aporte de William Robertson Smith: físico, filólogo, crítico de la Biblia e investigador de la Antigüedad que fallece en 1894 y de quién Freud extrae de su obra publicada en 1889, sobre la religión de los semitas, el supuesto de que una peculiar ceremonia, el llamado banquete totémico, había formado parte del sistema totemista desde su comienzo.

Partamos de considerar ¿Qué es el tótem?: “Por regla general, un animal comestible, inofensivo, o peligroso y temido; rara vez una planta o una fuerza natural (lluvia, agua) mantiene un vínculo particular con la estirpe entera. El tótem es en primer lugar el antepasado de la estirpe, pero además su espíritu guardián y auxiliador, envía oráculos y aun cuando sea peligroso, conoce a sus hijos y es benévolo con ellos. Los miembros del clan tienen la obligación de no aniquilarlo y de abstenerse de comer su carne”, y quizás, tengamos que aprender de la relación del clan al tótem: es por el cuidado, la defensa y el temor a las consecuencias o a una culpabilidad oprimente que cada uno vela por no transgredir y respetar la autoridad que le confieren a su tótem, por el bien de la comunidad toda.

Es un animal prohibido para los miembros de la tribu, pero hay un día donde darle muerte, devorarlo y celebrar el acto realizado, está enmarcado como día de Fiesta, en él, el exceso está permitido, más bien dice Freud, es obligatorio, forma parte de los rituales organizados para habilitar la violación solemne de una prohibición.

Freud nos propone representarnos la escena del banquete totémico, aportando su lectura singular al mismo. Según él “… el clan, en ocasiones solemnes, mata cruelmente y devora crudo a su animal totémico, su sangre, su carne y sus huesos; los miembros del linaje se han disfrazado asemejándose al tótem, imitan sus gritos y movimientos como si quisieran destacar la identidad entre él y ellos. Ahí actúa la conciencia de que ejecutan una acción prohibida al individuo y sólo legítima con la participación de todos; por otra parte, ninguno tiene permitido excluirse de la matanza y del banquete. Consumada la muerte, el animal es llorado y lamentado. El lamento totémico es compulsivo, arrancado por el miedo a una amenazadora represalia, y su principal propósito es… sacarse de encima la responsabilidad por la muerte.”

Pero nos dice Freud “… a ese duelo sigue el más ruidoso júbilo festivo, el desencadenamiento de todas las pulsiones y la licencia de todas las satisfacciones… esencia de la fiesta, y nos plantea que: “El psicoanálisis ha revelado que el animal totémico es realmente el sustituto del padre” entonces continúa su hipótesis y concluye que así se puede entender la contradicción

“que estuviera prohibido matarlo en cualquier otro caso, y que su matanza se convirtiera en festividad; que se matara al animal y no obstante se lo llorara.”

Y nos ofrece su novedad para el siglo XX… “La actitud ambivalente de sentimientos que caracteriza todavía hoy al complejo paterno en nuestros niños, y prosigue a menudo en la vida de los adultos, se extendería también al animal totémico sustituto del padre.”  

A partir de aquí Freud une fenómenos que habían quedado separados desde el planteo de Darwin sobre la horda primordial. En ella hay un padre violento, celoso, que se reserva todas las hembras para sí y expulsa a los hijos varones cuando crecen. Freud dice que este modelo no deja espacio alguno para los comienzos del totemismo. Entonces se dirige al banquete totémico y desde allí extrae los elementos para crear su mito.

“Un día los hermanos expulsados se aliaron, mataron y devoraron al padre, y así pusieron fin a la horda paterna. Unidos osaron hacer y llevaron a cabo lo que individualmente les habría sido imposible (Quizás un progreso cultural, el manejo de un arma nueva, les había dado el sentimiento de su superioridad.) que devoraran al muerto era cosa natural para unos salvajes caníbales. El violento padre primordial era por cierto el arquetipo envidiado y temido de cada uno de los miembros de la banda de hermanos. Y ahora, en el acto de la devoración, consumaban la identificación con él, cada uno se apropiaba de una parte de su fuerza. El banquete totémico, acaso la primera fiesta de la humanidad, sería la repetición y celebración recordatoria de aquella hazaña memorable y criminal, con la cual tuvieron comienzo tantas cosas: las organizaciones sociales, las limitaciones éticas y la religión”

Basado en la hipótesis de la ambivalencia de los sentimientos es que Freud entiende que tras el odio que promueve la acción criminal emerge, por amor al padre, el arrepentimiento sentido en común, dando nacimiento a la conciencia de culpa. El muerto se volvió aún más fuerte de lo que fuera en vida…

  • El parricidio – La génesis del superyó – La interdicción al goce

Freud asevera que en todo hombre habita la herencia filogenética, es por ello que es de suma importancia esta construcción mítica, dado que su investigación con la neurosis le reveló que el psiquismo del hombre moderno conserva la huella de los acontecimientos de los siglos que le precedieron.

Es así que el parricidio y su consecuencia para el hombre primitivo, inscribió para el hombre de los siglos venideros la interdicción al goce sobre dos prohibiciones: el crimen y el incesto, dando una nueva organización a las sociedades y religiones futuras que se apoyarían para fundar su cuerpo doctrinal y crear sus mitos basándose en la antigua religión totemista.

Nos dice Freud sobre el padre de la horda y su sustituto el tótem: “Lo que antes él había impedido con su existencia, ellos mismos se lo prohibieron ahora en la situación psíquica de la “obediencia de efecto retardado (nachträglich) que tan familiar nos resulta por los psicoanálisis.

Revocaron su hazaña declarando no permitida la muerte del sustituto paterno, el tótem, y renunciaron a sus frutos denegándose las mujeres liberadas (fundando la exogamia). Así desde la conciencia de culpa del hijo varón, ellos crearon los dos tabúes fundamentales del totemismo, que por eso mismo necesariamente coinciden con los dos deseos reprimidos del complejo de Edipo. Quien los contraviniera se hacía culpable de los dos únicos crímenes en los que toma cartas la sociedad primitiva.”

Hay un desarrollo fascinante que nos propuso Jacques Lacan en su seminario “La Ética del psicoanálisis” dictado entre 1959-60 que nos conduce a interrogar a qué se vincula la ética y la experiencia moral de los sujetos.

Nos dice que “no todo en la ética está vinculado con el sentimiento de obligación…. La experiencia moral… la referencia a la sanción, coloca al hombre en cierta relación con su propia acción que no es sencillamente la de una ley articulada, sino también la de una dirección, una tendencia… un bien al que convoca, engendrando un ideal de conducta… si hay algo que el análisis indicó es realmente, más allá del sentimiento de obligación en sentido estricto, la importancia, la omnipresencia del sentimiento de culpa.

Lacan recupera de Freud para una interrogación ética el universo de la falta y se pregunta de qué falta se trata, ¿Es acaso la falta que en su inicio designa la obra freudiana, el asesinato del padre, ese gran mito que Freud ubicó en el origen del desarrollo de la cultura? ¿O es ésta acaso la falta más oscura y más original todavía, cuyo término llega a plantear al final de su obra, la pulsión de muerte, en tanto el hombre está anclado, en lo más profundo de él mismo, en su temible dialéctica?

Al finalizar “Tótem y Tabú”, Freud apela a la frase de Goethe, en Fausto “En el comienzo fue la acción” con ella nos quiere mostrar que el primitivo no está inhibido, que en él el pensamiento se transpone sin más en acción; para él la acción es, por así decir, un sustituto del pensamiento.

Freud reflexiona sobre el destino de la humanidad y dice que si el primitivo hubiera funcionado como el neurótico, sus meros impulsos de hostilidad hacia el padre, la existencia de la fantasía de deseo de darle muerte y devorarlo, pudiera haber bastado para producir aquella reacción moral que creó al totemismo y al tabú. Así escaparíamos a la necesidad de reconducir el comienzo de nuestro patrimonio cultural, del que con justicia estamos tan orgullosos, a un crimen cruel que afrenta nuestros sentimientos… la realidad psíquica habría poseído sustantividad bastante para ser la portadora de todas esas consecuencias.

Para concluir, Freud ha aportado a través de sus tres mitos con los que bordea la relación al padre: Edipo, Moisés y Tótem y Tabú un valor universal que se revela en la construcción mítica, que es la relación al padre. Mostró como nos enseñó a leer Jacques Lacan, que el mito vehiculiza una verdad que sólo puede ser revelada en su estructura de ficción. En Tótem y Tabú, nos ofreció la ley de interdicción al goce que une el deseo a la ley para todo sujeto, para que cada quien encuentre una administración en sus tendencias, en lo que se convierte en su bien, para que en sus actos y sus consecuencias pueda leerse que los deseos primordiales para todo hombre salvaje o moderno, están interdictos y que esto funda el lazo entre los seres, nuestro ser civilizado y nuestra cultura y que el amor al padre y al semejante es la única herramienta que nos queda como sociedad para que el crimen no nos lleve la delantera.