Reseña de las Reuniones Intercartel
Alicia Pagliarani
La Reunión Intercartel es el espacio donde mensualmente se reúnen los cartels y grupos de lectura e investigación para plantear la marcha de sus elaboraciones, al mismo tiempo que se recorren los textos que lo fundamentan.
Esta reunión se ha constituido desde el comienzo de la experiencia en 1982, en un lugar para interrogar la noción de trabajo y producción en Psicoanálisis en tanto estos conceptos están en el centro de la propuesta de cartel dos veces formulada por Jacques Lacan.
En la primera formulación de 1964 en el Acta de Fundación de la Escuela Freudiana de Paris propone: “Para la ejecución de un trabajo, nosotros adoptaremos el principio de una elaboración sostenida en un pequeño grupo…” al que llamó cartel.
Y en 1980 en D’Ecolage afina la formalización al establecer su estatuto cuyo 1º punto dice: “Se eligen cuatro, para hacer continuadamente un trabajo que ha de tener su producto. Preciso: un producto propio, de cada cual, y no colectivo”, con lo que redobla la propuesta de cartel como dispositivo de trabajo.
Por lo tanto es un objetivo central de la Sección Cartel propiciar el trabajo y para eso es ineludible avanzar en su formalización.
En función de este objetivo estamos en el camino de ir tanto a la obra de Jacques Lacan para encontrar los ejes del cartel, como a la obra freudiana donde están los fundamentos.
En “Psicología de las Masas y Análisis del Yo”, luego en “El porvenir de una ilusión” y en “El malestar en la cultura” Sigmund Freud diagramó el funcionamiento de las masas y de los individuos. Este modo de funcionamiento lo encontramos en toda agrupación y aprendimos con Jaques Lacan que es la expresión del real que lo sustenta.
La necesidad y exigencia de producir en una “obra colectiva” como es el Psicoanálisis confronta con ese real que constituye la masa que subyace en todo grupo y como lo vislumbró claramente Freud, hace obstáculo al trabajo y a la producción.
Jacques Lacan creó el dispositivo de cartel para propiciar un modo de lazo entre sujetos a la mayor distancia posible del funcionamiento de la masa que cada pequeño grupo reproduce.
En este contexto definido por el objetivo de renovar para cada uno, la conexión entre la invención de Lacan y el descubrimiento freudiano, sumado a la interrogación por las alteraciones en el funcionamiento que siempre se producen, por ejemplo las ausencias a Intercartel, en las reuniones precedentes se interrogó la noción de trabajo a partir del escrito de Jacques Lacan “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma”; continuamos con la noción de trabajo articulado al modelo de trabajo del inconsciente para la elaboración del sueño, a partir de la obra freudiana por excelencia: “La Interpretación de los Sueños”.
En esta oportunidad partimos del texto “El porvenir de una ilusión” de 1927 donde Freud analiza los problemas culturales que lo cautivaron desde joven.
En este texto la noción de trabajo es uno de los conceptos que aborda articulado a la renuncia pulsional que el lazo social exige.
Freud a esta altura de su obra cuenta con su experiencia clínica y con los descubrimientos del Psicoanálisis que le permiten leer el funcionamiento de la sociedad humana y describir las características de su funcionamiento que son los de las masas.
Distingue dos aspectos de la cultura: abarca todo el saber y poder hacer que los hombres han adquirido para gobernar las fuerzas de la naturaleza y arrancarle los bienes que satisfagan sus necesidades. Y el otro aspecto, comprende todas las normas necesarias para regular el vínculo entre los hombres y en particular la distribución de bienes.
Freud agrega que estos dos caracteres no son independientes entre sí y explica porque, dice: “los vínculos entre los seres humanos están profundamente influidos por la medida de la satisfacción pulsional que los bienes existentes hacen posible y segundo porque el ser humano puede relacionarse con otro como un bien para él mismo, si explota su fuerza de trabajo o lo toma como objeto sexual y tercero porque todo individuo es virtualmente un enemigo de la cultura, que no obstante está destinada a ser un interés humano universal”.
Sigmund Freud dice que es notable que teniendo tan escasas posibilidades de subsistir aislados, los seres humanos sientan como gravosa opresión la renuncia pulsional que les exige la cultura a fin de permitir una convivencia. Por eso afirma que la cultura debe ser protegida contra los individuos y sus normas institucionales y sus mandamientos cumplen esa tarea.
Es mas contundente aun cuando dice: “Toda cultura debe edificarse sobre una compulsión al trabajo y una renuncia a lo pulsional, a causa de las características de las masas. Las masa son indolentes y faltas de inteligencia, no aman la renuncia de lo pulsional, es imposible convencerlas de que es inevitable mediante argumentos y los individuos se corroboran unos a otros en la tolerancia de su desenfreno”.
Freud apuesta “a la influencia de individuos arquetípicos que las masas admiren como sus conductores, que a su vez tengan el control de sus propios deseos pulsionales, que no teman perder su influencia , que no hagan concesiones y que dispongan de los medios para mantenerse independientes”.
Además Freud ya había descubierto en los síntomas neuróticos que “las prohibiciones que afectan a todos los seres humanos son las más antiguas y son las que originaron la cultura. Sin embargo los deseos pulsionales que cayeron bajo la represión siguen siendo eficaces y siguen formando el núcleo de hostilidad a la cultura. Tales deseos pulsionales son los del incesto, el canibalismo y el gusto por matar”.
Freud plantea que a excepción del canibalismo, aun podemos registrar la intensidad de estos deseos detrás de las prohibiciones.
Presenta al super yo como la instancia psíquica encargada de interiorizarlas, aunque dice que hay una enorme mayoría de individuos, los neuróticos, que solo responden a las prohibiciones culturales por una compulsión externa, es decir, mientras sea temible. A esto llama la “insolvencia moral de los seres humanos”, “hombres cultos que no se deniegan la satisfacción de su avaricia, de su gusto por agredir, de sus apetitos sexuales, ni se privan de dañar a los otros mediante la mentira, el fraude y la calumnia toda vez que se encuentra a salvo de un castigo”.
Otro aspecto que plantea es que en la interiorización de las prohibiciones culturales de las que depende el nivel moral de los individuos, ocupa una función importante el patrimonio de ideales, constituyen una satisfacción narcisista que favorece la conexión entre ellos, pero pueden derivar también en el odio al extranjero o la hostilidad entre clases sociales. Por ejemplo la clase oprimida que odia al Señor o al Amo y que sin embargo lo ve como su ideal.
Con Lacan leemos el odio por la diferencia como segregación, como expresión de lo Real pulsión al que no ha entrado en la simbolización y sobre lo que interviene el cartel aportando una regulación para hacerle frente. Porque el Psicoanálisis ha revelado la existencia de lo Real y esta a la espera de su manifestación.
Estos son algunos de los desarrollos de la obra que hemos intentado recuperar, porque son de tal envergadura que necesitamos volver en un continuo retorno, para abrirlos, interrogarlos y articularlos. Constituyen el fundamento del trabajo en cartel, de la extensión en Psicoanálisis y de la elaboración que se haga dependerá su porvenir.
El plan de trabajo del año es continuar abriendo los textos para avanzar en este trabajo y en la formalización del dispositivo, porque entendemos que está en la esencia del descubrimiento freudiano y en la propuesta de Escuela de Jacques Lacan.