La Venus del Espejo de Diego de Velázquez

La Venus del Espejo de Diego de Velázquez

ARTE <> PSICOANALISIS.

EL ENIGMA DE LA FEMINEIDAD:

LA VENUS DEL ESPEJO

Olga M. de Santesteban 

El enigma de la femineidad y su incidencia en la creación artística nos interroga al considerar que todo creador aborda en determinado momento de su producción, este enigma para dar una respuesta al misterio del cuerpo que habla.

400 años después nos situamos frente a su Venus para desenmascarar su misterio.

Y esto es así, porque todo artista sitúa el enigma de la femineidad a través de la fascinación o de lo insondable de sus laberintos, porque constituye para él mismo un verdadero impasse  y marca el punto nodal que define la relación del sujeto con el deseo.

Así el amor, el deseo, la pasión exaltada han constituido a través de los siglos los grandes mitos que en Occidente anudan las relaciones entre los sexos, para articular el lugar de la femineidad como esa extranjera que es toda mujer para el hombre, donde él podrá descubrir, la fascinación de una verdad sobre el goce.

Así, la serie de mujeres que todo artista aborda, nos mostrará las diferentes soluciones que da al enigma del deseo y del sexo y nos permiten interrogar la relación con el talento creativo.

Sin duda que el artista nos propone la pregunta esencial acerca de que es una mujer para un hombre… esa mujer que como objeto del deseo se ofrece para suscitar el deseo del hombre.

Enigma de la femineidad, maternidad, creación, fuerza generadora, causa del deseo… acto de amor y de fascinación, ideal de virginidad, y sensualidad… el hombre esperará encontrar siempre en ella su realidad, su hora de verdad.

Sin duda también que mujer es el misterio del cuerpo que habla  y esto da razón a que se produzca el lazo que hace a la atadura de todo amor, a su destino y al drama que lo constituye.

El misterio del cuerpo y su enigma está compuesto por lo inquietante, lo sutil, lo sensual, lo virginal donde la opacidad de su secreto es articulada por el artista para ofrecer al espectador  con su obra, la marca de los acontecimientos esenciales de su vida, su pasión, sus mujeres.

El tema del desnudo en el arte nos ofrece la respuesta que los creadores han producido al enigma femenino, su fuente de inspiración, su atractivo erótico, su seducción, su voluptuosidad… todo esto ha nutrido el acto creador, y han marcado con sus pequeñas pinceladas ese movimiento que nos intimida al que somos llamados… porque el artista supo articular el punto justo por donde el espectador es convocado… es allí donde nos atrapa.

Cada época ofreció diferentes formas para el goce estético en las imágenes del cuerpo femenino, cada una de ellas constituye una posición de búsqueda de nuevas fuentes de inspiración para lograr su posterior plasmación en diversos lenguajes artísticos.

Veremos alrededor de la Venus del Espejo como el genio de Velázquez logró articular lo que el Psicoanálisis nos enseñó en el siglo XX a partir de establecer que un cuadro es una  verdadera trampa para la mirada, una verdadera encrucijada donde algo en algún grado queda elidido de nuestra posibilidad de captación en lo que vemos y esto nos muestra a la conciencia limitada irremediablemente a su función de desconocimiento.

Así en esa encrucijada que el cuadro nos ofrece Velázquez supo crear una verdadera ruptura en el tema de las Venus…

Para medir la envergadura de su empresa recorreremos algunos momentos de la historia de las Venus para captar su verdadera invención en el siglo XVII con una obra que no puede ser situada en la cronología de las Venus.

Si bien el término desnudo artístico fue introducido en nuestro vocabulario por los críticos de principios del siglo XVIII tiene una antigua tradición que se pierde en los albores de los tiempos… desde las estatuillas opulentas de las cavernas paleolíticas encontramos los atributos femeninos marcados hasta el extremo de ser símbolo de la fertilidad.

Al principio era La Madre, la fascinación frente a su fuerza subterránea, generadora de vida y enigmática.

Hay en nuestra cultura un larguísimo período de los cultos femeninos maternos.

Encontramos ya en el Banquete de Platón la alusión a la existencia de las dos Afroditas que se llaman Celestial y Vulgar.

Esto se convirtió en un axioma de la filosofía medieval y renacentista y pasa a ser un objetivo renovado en diferentes períodos del arte europeo en ese intento por dar al deseo las imágenes  donde Venus pudiera dejar de ser vulgar y convertirse en celestial.

En el arte griego Afrodita debía estar envuelta en ropajes… ¿porqué? porque la belleza femenina era una invitación a la herejía.

La noción de Afrodita desnuda es Oriental… y se introduce en Occidente para producir en las  esculturas lo que podría llamarse la búsqueda de los fundamentos plásticos del cuerpo femenino.

…el cuerpo cubierto de ropajes era utilizado para otorgar el rasgo de misterio al enigma femenino- y otorgar sensualidad con lo que constituyó una larga tradición de habilidad técnica.

El arte helenístico nos ofrece en la serie de las Venus diferentes matices del cuerpo femenino que modelan el ideal de una época. Podemos recorrer desde La Venus Genitrix, que nos ofrece una forma del “desnudo vestido” para mostrar lo sutil del cuerpo femenino, a la Afrodita de Cnido, (una copia de Praxiteles, hacia 350 a.C.), nos ofrece una  mujer viva de belleza abrumadora, personificación del deseo físico con fuerza misteriosa e irresistible…

En las figuras de bronce de una muchacha, (Arte griego hacia 400 años a.C.), nos muestran un ideal de perfección y equilibrio. En la Afrodita del Capitolio *, encontramos una figura que está posando, mostrando su cuerpo, se la considera más carnal en su opulencia física.

En la Afrodita de Milo figura del año 100 a.C) símbolo de belleza, modelo de perfección ideal,   fue descubierta en 1820 y queda para el imaginario colectivo como una forma emblemática de una época que aportó los fundamentos y ha dado la impronta de los artistas posteriores.

A partir del siglo II después de C. el tema pierde su significación, y entra en un eclipse.

El artista medieval parece no mostrar ningún interés por los elementos del cuerpo femenino capaces de despertar el deseo. Se borra la sensualidad de los cuerpos.

El desnudo cristiano comienza cubriendo el cuerpo con conciencia de pecado.

Las figuras sin ropa de principios de la Edad Media están vergonzosamente desnudas y soportan humillaciones, martirios y torturas.

María, la mujer virgen pasa a ser la protagonista absoluta de la pintura.

Si consideramos uno de los más grandes poetas de Venus: Boticelli en Florencia, vemos tanto en Primavera como en el Nacimiento de Venus ese poder irresistible que le dió el misterio del genio para  marcar en la historia del arte, el símbolo de la  belleza exquisita.

Su visión retoma los Griegos. Se lo considera un homenaje a la Antigüedad, la marca de que “el cuerpo es como un jeroglífico de deleite sensual” destinado a despertar el misterio del deseo.

Pero en realidad lo que se considera una verdadera invención del desnudo clásico se produce  en Venezia y surge en las figuras de Giorgione, quien supo dar al desnudo un color sensual.

Había en él un apetito de belleza física más ansioso y

más delicado que el de ningún otro artista desde la Grecia del siglo IV.

Podemos ver en la Venus de Dresde el cuerpo desnudo ofrecido en posición de entrega y satisfacción.*

Durante 400 años los más grandes pintores del desnudo Tiziano, Rubens, Courbet, Renoir, incluso Cranach han seguido componiendo variaciones sobre el mismo tema.

La figura reclinada de una mujer desnuda no parece haber sido tema de ninguna obra de arte famosa en la Antigüedad y acentúa el lado Celestial de la Venus.

A la muerte de Giorgione, Tiziano, compañero de Giorgione, es quien, completa las obras  inacabadas de aquel y realizó sus ideales… pero acentuó y desarrolló el aspecto más sensual del desnudo giorgionesco hasta eregirse en uno de los maestros supremos de la Venus sensual.

Lo que se considera el más hermoso de los desnudos de Tiziano es el cuadro conocido como Amor sagrado y amor profano (1520).

Se la considera como la figura  que más transmite los rasgos de la satisfacción del deseo.

Considerado como un poeta épico de la sensualidad, un maestro absoluto de lo que se ha llamado “la pintura de la carne” continúa la línea de las Venus recostadas que sirvió a Velázquez para su Venus del Espejo.

Sensualidad, voluptuosidad, deseo en la

década de 1550, Tiziano logra que el cuerpo femenino sea visto con una libertad de prejuicio estilístico jamás conseguida hasta entonces.

Tiziano está considerado como la piedra de toque del arte de Velázquez. Adquiere en Italia varias obras de arte de Tiziano que lleva a España.

Velázquez se refería a la grandeza de Tiziano y a su empleo magistral de pinceladas fugaces para crear relieve y profundidad con un juego de luces y sombras.

Hay una carta dirigida a su maestro Pacheco donde le comunica su entusiasmo por Tiziano, al que calificó de padre de la libertad creativa.

Si Tiziano constituye un punto de referencia para Velázquez, será importante señalar  también la búsqueda de Velázquez de un rasgo singular, personal, que excluya toda imitación para producir una verdadera creación.

Pasaremos a recorrer algunas obras de la época de Velázquez para ubicar el horizonte cultural que el Barroco italiano ofrecía al crear otra respuesta al enigma de la femineidad.

Encontramos así otra respuesta en la figura de la pintora Artemisia Gentileschi nacida en Roma (1593-1653) era la hija del pintor Orazio Gentileschi (1563-1639-40) quien se encuentra entre los más grandes sucesores de Caravaggio y queda como una de las personalidades más destacadas de su época.

Recibe de su padre la formación artística y se revela y es reconocida por su gran talento artístico. Como las mujeres que querían estudiar arte tenían prohibido dibujar a modelos desnudos en vivo (masculinos) y no les permitían ingresar en las Academias de Arte… Artemisia se dedica a tomar temas mitológicos y bíblicos que le permitieron focalizar los temas donde las protagonistas eran mujeres, que le permitían su acceso a las modelos desnudas. Como ella decía: “Mis obras hablaron por mí… le dejo a ellas la última palabra”.

Y sus obras realizadas en el entorno aristocrático de la Corte del Gran Duque Cósimo II de Médici  en Florencia, donde trabajó 8 años, nos muestran  un gusto por la ornamentación y la refinada elegancia, una exuberan-te vestimenta, un suntuoso tocado y el uso  del color amarillo que pasa a ser un color distintivo de la artista y se lo llamó “el oro de Artemisia”…

heroínas transgresoras… que conquistaban con la seducción o la decepción…

Se dice que utilizaba esta duplicidad que simbolizaba el odio-enamoramiento de la mujer frente al hombre. Sus mujeres con fuerte carga erótica transmitían la desnudez sensual de la figura donde el espectador quedaba tomado en la angustia que transmitía al mostrar a la mujer sexualmente victimizada por el hombre..

Interrogada desde pequeña por el nombre que recibió parece haber creído que su historia llevará a cada paso y de un modo extraño, el eco de esas leyendas antiguas.Leyendas que remiten al mito de la doncella virgen dónde Artemisa, la hija de Zeus,  (el dios

principal del Panteón griego) pide a su padre que le conceda “la virginidad eterna…”

Al modo de una filiación delirante, esto es, creerse destinada a encarnar la suposición del nombre que recibió… se constituyó en su vida y en su obra como la denunciante de la mujer sexualmente victimizada por el hombre.

Es en este siglo que el feminismo rescata su figura, al adjudicarle que su nombre representa el espíritu femenino independiente y libre en un intento por rescatar y mantener el ideal de mujer fuerte, esto quiere decir, bajo esta ideología, una mujer que no corrompa nunca su propia “virginidad” y permanezca siempre fiel a sí misma.

Su obra… su vida… y una pasión avasallante quedan selladas para la historia del Arte… recién el siglo XX rescata su figura y su obra… se hizo en 1991 en la Casa Buonarrotti en Florencia, la primera exhibición dedicada a sus pinturas y en 1989 sale su primer libro escrito sobre su trabajo que continúa abierto en diferentes investigaciones.

A mitad del siglo XVII se convierte en una famosa pintora romana y contaba entre sus patrocinadores con el Rey Felipe IV de España.

Comparte con Velázquez al Rey Felipe IV, una época, una pasión por la pintura, pero aportaron imágenes femeninas diferentes.

* LA FABRICACIÓN DE UNA IMAGEN EN EL SIGLO XVII

En la iconografía del siglo XVII, la descripción de la Imagen de la Inmaculada, va a dominar a lo largo del siglo.

El Siglo de Oro debía resolver la relación entre el cuadro y la visión, el problema  de la técnica de la representación relativa al tránsito de la visión (sagrada revelación) de San Juan a un cuadro (pintura de la Inmaculada) como símbolo de perpetua virginidad.

Estos temas constituían un problema en el discurso teórico de su maestro Pacheco, quien teorizaba este pasaje. Velázquez lo pinta.

El tema constituía un amplio debate en Sevilla y España.

Se precisó todo el genio de un Velázquez para lograr un resultado semejante -esto es- la creación de una nueva realidad pictórica o artística, para expresar, aún con diferentes texturas la dualidad entre lo divino y lo humano.

Pasaje que se estaba produciendo y es Velázquez quien lo pinta en el tiempo mismo en que se instituye.

Recordemos que el Barroco representa un tiempo de transición, de grandes transformaciones donde se produce una desestabilización de los fundamentos del pensamiento religioso hacia una nueva teoría del sujeto.

Se caía el tiempo de la mística, esa dimensión de estar sumidos en las tinieblas de la ausencia, que se alimentan de los resplandores de los encuentros con Dios.

Cae ese tiempo de la iluminación espiritual para pasar al tiempo sometido a una realidad que depende de las contingencias, del azar…

Esto se va produciendo en la obra de Velázquez y representa un giro decisivo, tengamos en cuenta que representar pictóricamente una visión significa hacer visible, dar corporeidad a un fenómeno incierto de visión interior. Es sobre esto que operó el arte de Velázquez.

Nos ofrece una obra inédita al crear dos cuadros –hoy colocados en la National Gallery de Londres donde se pueden contemplar en conjunto, dos cuadros yuxtapuestos formando una especie de diptico- dos cuadros que marcan la salida de la figura femenina del espacio de la visión, y crea una nueva imagen de devoción en la Inmaculada Concepción.

Producida la ruptura entre lo divino y lo humano se abría el tiempo para producir un paso más en el siglo XVII.

Velázquez avanza para dar una respuesta de verdadera invención entre sensualidad y castidad.

* LA VENUS DEL ESPEJO

Pasaremos a La Venus del Espejo para situar su enigma.

Si el Barroco nos aportó la creación del misterio sin develar sus claves, nos aportó también los modos y los artificios por los cuales una época sitúa las coordenadas de la vida erótica.

Decimos en este sentido que el Barroco nos aportó una erótica.

Una erótica que en la serie de mujeres encuentra su punto de realización y de culminación en la Venus del Espejo.

Desde 1618 donde la mujer aparece difusamente como visión… Velázquez recorre los rostros de mujeres, rostros que muestran un progreso en la renovación de la técnica pictórica, y hará un abordaje original del tema de las Venus,cuando llega a producir una verdadera ruptura al arti-

cular en el espacio pictórico el cuerpo fluído de Venus, cuya sensualidad se despliega en el conjunto de los elementos que transmiten sutileza e intimidad, enfrentados al espejo.

Se considera que no existe otra obra del mismo tema que pueda compararse a este espacio, con su exuberante fidelidad en textura, en colores y en sensualidad.

Pero la genialidad de Velázquez nos entrega el secreto de su enigma en el espejo, lo que encontramos allí es el reflejo de la diosa de cabello castaño en el espejo que corresponde exactamente al de María en la Coronación de la Virgen (1644) en unión y lazo entre Venus y María  en un ambiente sensual.

Las dos tienen la misma forma oval, sus fisonomías son idénticas, trazo a trazo.

Velázquez trabajó con el mismo modelo, el mismo boceto o simplemente, con el mismo ideal de belleza; y sin embargo en su lienzo reproduce dos imágenes diferentes, una de belleza celestial y otra, de belleza sensual.

Sensualidad y castidad un ideal de belleza, una erótica.

La Venus del Espejo por su posición es considerada una obra extraña y nos presenta el problema de no poder situarla en una cronología… porque

parece estar más cerca de las Academias del siglo XIX que de las cálidas imágenes de Venus que la preceden y que la siguen.

Pero en verdad el trasero es una forma Barroca y pasa a definir el tiempo del Barroco retomado por Rubens y otros. La belleza de este aspecto fue apreciada en la Antigüedad pero se consideraba simbólica de la lascivia y antes del siglo XVIII el número de desnudos femeninos pintados de espaldas, en razón únicamente de sus posibilidades plásticas era notablemente pequeño.

Una famosa excepción es la Venus del Espejo de Velázquez.

En relación a los espacios y la perspectiva es importante señalar que en La Venus del Espejo por la posición que ocupa el espejo debería reflejar el pubis de la Venus.

Colocar allí la cara de la mujer que aparece como María en la Coronación de la Virgen y como homenaje a Tiziano constituye una respuesta al enigma de la femineidad, y un trazo de la erótica de su época.

El pintor nos ofrece ese cuerpo sensual cuya imagen reflejada en el espejo le devuelve el rostro virginal de María.

Imagen ofrecida al deseo donde se desnuda con sensualidad el cuerpo femenino en esa mezcla de belleza y erotismo donde el pintor hace escritura para la historia del arte.

Sin duda que el misterio de la femineidad y su fascinación ha llevado a adjudicarle ese lugar de iluminación y de develamiento de la verdad sobre Eros que hemos heredado desde la Antigüedad.

El siglo XX ha producido con la entrada del Psicoanálisis una nueva invención… al establecer en la historia de mujeres una reflexión sobre la histeria, sobre la condición femenina, sobre el enigma del deseo y las relaciones entre el amor y el goce.

El enigma del deseo se Juega en Occidente para el hombre, en una escisión, en una separación entre lo amoroso y lo tierno, entre lo sensual y lo erótico, entre el Amor y el Deseo.

Esto es decir que para el hombre, donde ama no desea-donde desea no ama Sensualidad y Castidad será la ronda imposible que hace del objeto femenino lo que Jacques Lacan señalaba como una relación enigmática, un juego entre el deseo y el goce para hacer de una hembra el Dios de su existencia.

 Para el hombre, para el macho, para lo viril, la mujer, la hembra, lo femenino será esa larga serie de una, más una, donde intentará como un sueño imposible, constituirla en objeto de su deseo… en hacerla madre, en encontrar por fin su hora de verdad, para hacerle vivir en la experiencia amorosa el goce que hará de ella ese verdadero enigma, que si bien no la hace toda suya; ha podido crear esa invención que hace del amor y del deseo un lazo único… y por  esto mismo un verdadero acontecimiento.

En el centro de ese acontecimiento que es el amor, se encuentra el goce, esto es, el cuerpo, el misterio del cuerpo que habla anudado al deseo.

El misterio del cuerpo que habla, es el misterio de la poética del inconsciente, s el misterio que tiene su causa en el deseo que lo habita, por esto decimos, es desde el inconsciente que el cuerpo toma voz y produce su llamado.

Una mujer no le sirve al hombre mas que para dejar de amar a otra…

Aunque vuelva a producir en un nuevo encuentro, lo insaciable del amor… el hombre cree siempre estar prometido a ellas… el hombre se fascina frente a la desmesura de las mujeres…

¿Y las mujeres?

…Como lo prueba el orgasmo, quiere ser reconocida como única por la otra parte…

…está atravesada por la prohibición a la sensualidad… y el deseo de transgresión… es por esto que sueña con el Don Juan.

El Don Juan es un ensueño femenino.

¿Existe? ¿O es el sueño femenino el que lo ha creado?…

¿Es que sirve a los fantasmas de infidelidad, a la búsqueda de una mujer única jamás encontrada?

¿Es la puerta abierta al amor sensual, a la voluptuosidad, a la inquietud, al ideal de mentira, al capricho de los sueños de libertinaje?

Todo esto contiene el ensueño femenino.

¿Y del lado de los hombres?

Jacques Lacan colocó el masoquismo femenino como ensueño del varón.

¿Es que el sufrimiento, esa víctima entregada a su amo es el modo en que un hombre crea ese ensueño del sacrificio, para medir los límites de la entrega femenina?

Sin duda que una mujer puede responder a un hombre con un vínculo pasional bajo la forma del sacrificio hasta llegar a esa verdadera pasión que es el odio.

Decimos que una mujer puede encarnar un ensueño masculino ofreciéndose como ofrenda de un sacrificio.

Simplemente porque ella hace lo que detesta. ¿Para qué? Para quejarse, torturarse, vivir la experiencia atrapante de estar obligada a realizar lo que no desea.

Lo que se dice el infierno en la tierra, el único del cual estamos seguros que existe.

¿A dónde apunta el sacrificio?

El sacrificio apunta a la captura del otro como tal en las redes de mi deseo.

El sacrificio entra en el campo de los espejismos eróticos como prenda que adquiere valor mágico para el deseo.

Sin duda que la pregunta esencial del diálogo amoroso es: ¿Qué valor tiene para ti mi deseo?

Y puede ser  respondido en estos diferentes fantasmas que el Psicoanálisis pudo situar, formalizar, articular y encontrar sus razones.

Pasaron 400 años desde que Velázquez articuló para el Arte el lazo entre Sensualidad y Castidad.

Hace casi 100 años que Freud descubrió el enigma del deseo y del sexo para interrogar el punto nodal donde el hombre encuentra en la serie de mujeres… su hora de verdad, su objeto de deseo.

Para Velázquez, como para todo artista, en el camino de sus búsquedas del enigma femenino encontramos también la mujer como musa inspiradora.

Sin duda que al presentar el desnudo como sede del placer visual, como escenario para experimentar el goce estético al que somos llamados… el artista se ve implicado para hacer de su musa inspiradora… su mujer

Encontramos siempre en una obra, al artista, el amor, su pasión, sus mujeres y nos ofrecen el lazo íntimo que enlaza su pasión, sus mujeres.

¿La pintora Lavinia Triunfi o Flaminia Triunfi? ¿su musa inspiradora? ¿su modelo? ¿su amante secreta? ¿la madre del hijo que dejó en Italia?

Sin duda también que la obra de un genio encuentra en algún punto la articulación de una pasión para ofrecer al deseo las imágenes emblemáticas que definen su goce.

Velázquez nos convoca, a esa verdadera experiencia de goce que se impone de forma demandante, para ofrecernos lo que quedó en la historia cultural de Occidente, como uno de los más famosos desnudos del arte.

Paso inaugural del siglo XVII que estableció la apertura a un nuevo sujeto.

Ese sujeto que el Psicoanálisis diagramó donde en su realidad psíquica existe un corte, una barra, una escisión entre el deseo y la realidad, entre la ficción y la verdad, entre la visión y la mirada.

Escisión entre el cuerpo y la mirada, escisión entre sensualidad y castidad.

Velázquez nos mostró en La Venus del Espejo que un cuerpo que ofrece sensualidad y una mirada virgen serán el escenario para que el hombre aborde como un verdadero acto de captura el enigma de la femineidad donde podrá alojarse.