Jornadas Biblioteca Nacional

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En la historia del Psicoanálisis

La Salpêtrière

                            Jean Martin Charcot…

                    Bourneville…

Sigmund Freud

          Jacques Lacan

Deseamos invitarlos a evocar un momento fascinante de esa mise en scène, del espectáculo histérico que constituyó la vida en los muros de La Salpêtriére, ya que fue un tiempo esencial que Sigmund Freud incluyó en la historia del Psicoanálisis.

Sin duda, sugestión, seducción, fascinación, erotismo… y pasión por la invención hicieron de la histeria esa experiencia única que bajo la forma de representación teatral

invitaba a la complicidad de sus médicos en esa promesa abierta al goce de la curación. Siempre desde los tiempos inmemoriales se amó a aquel del cual se espera la curación de un real…real velado, ambiguo, enigmático, como lo es el enigma de lo femenino.

La vida en los muros de La Salpêtriére nos permite medir, en su verdadera envergadura, el descubrimiento freudiano…entender por fin que el cuerpo ofrecido a las formas de goce- esperaba el descubrimiento del inconsciente como el único lenguaje que habla el parlêtre… pero también entender por fin que en la transferencia el analista es literalmente desposeído de su persona para recorrer los abismos de goce según la marca de un real y esto solo ocurre “en la dimensión trágica de la experiencia analítica”, tal como lo dice Sigmund Freud y Jacques Lacan y lo recreamos en la experiencia analítica.

Charcot impulsó la creación de un taller de fotografía en La Salpêtrière, del cual se conoció la publicación del libro titulado Iconographie Photographique de La Salpêtrière (1876 – 1880)… un catálogo interminable de imágenes de todos los cuadros histéricos que se podían imaginar… empresa que llevó adelante Bourneville y Regnard y que es considerada una pequeña joya bibliográfica -en tres tomos- que recoge documentación clínica y fotográfica de pacientes internadas en el Hospital de la Salpêtrière del período de Charcot.

Recordemos que Bourneville era quien se encargaba de realizar las entrevistas donde construía la historia del síntoma y registraba con continuidad los sueños de las pacientes.

Conoceremos –a través de una bella película- la historia de la protagonista absoluta de la Iconografía…joven bella, seductora, coqueta, poseía el genio de la risa, de la tragedia, del sollozo, poseída por la mostración del erotismo lo interrogará sobre el amor… a un Charcot insaciable que no consigue resistir la fascinación ejercida por su histriónica e intrigante histérica –fue para él su prima donna- es ella la que le ofrece la teatralidad de su cuerpo como un real atrapante.

Se dice que Charcot se protegió siempre de los efectos de verdad que ese real puede suscitar y que solo necesitaba ese real para la dramatización instantánea –como una fotografía- que durara el tiempo de la exposición teatral en la cual la dramatización histérica queda reducida al síntoma somático sin que le interese el discurso que se suscita.

Roland Barthes decía que la fotografía muestra el lugar donde se capta bajo la forma de fantasma, la verdad del ser.

No sabemos lo que veía Charcot, lo que sí sabemos es que quedó fijado al instante del flash.

El que sí lo vio fue Freud y al verlo cambió el destino de la histeria y de la historia por que volvió a colocar en el centro de la economía del psiquismo, el Eros y el erotismo.

Recorreremos las salas de la Salpêtrière, sus enigmáticos muros…el paroxismo del goce y del terror –al decir de Baudelaire- no sin fascinación y diremos con Freud que lo que allí se veía se parecía mucho a una historia de amor.

Olga M. de Santesteban

Sala Jorge Luis Borges Biblioteca Nacional

Sábado 5 de julio Sábado 8 de noviembre

2014