Homenaje a James Joyce

Homenaje a James Joyce

HOMENAJE A JAMES JOYCE

CENTENARIO DEL BLOOMSDAY

1904 * 16 de Junio * 2004

Olga M. de Santesteban 

Les presentaré en esta ocasión algunos aspectos de las diferentes lecturas de la obra de James Joyce, su correspondencia, sus biografías…

Al recorrer sus escritos y su letra recuperamos un aspecto esencial a todo creador… y es que se inscribe en el conjunto de escritores para quienes la literatura constituía la aventura más profunda y más audaz.

Sin duda que Joyce corresponde a esos autores que a través de la creación poética han encontrado el artificio que le permite rescatar del drama de un sujeto su estructura de mito para cercar o cernir la verdad y su ficción para realizar la fijación, o fixión de la letra que se hace escritura.

Cuando un autor logra esto, su obra adquiere valor universal.

Esto es, que el drama que representa tiene el mismo sentido para todos los seres humanos.

Invención, creación, artificio… que nos acerca al centro del mito, donde coloca la función instituyente del lugar de autoridad, o sea de la función del padre… con todo el espectro que deriva de su investidura… la vida, el deseo, la muerte, la herencia, la sucesión, el linaje, las leyes de parentesco y desplazándose en esa estructura el poder, el ultraje, la cobardía, la ambición, la blasfemia, la injuria, la obscenidad, la traición, la censura, la prohibición, las acusaciones, la vulgaridad… lo sórdido de un mundo donde la voz femenina recorrerá en una sucesión de imágenes del placer los diferentes tiempos del orgasmo… estos serán los puntos fulgurantes con los que la maniobra joyceana atrapó a su lector para mostrarle la verdadera dimensión de la intrusión de la letra donde no deja opción al impacto que recibirá… donde la letra llega a tocar siempre “el ruido de fondo de sus incertidumbres”.

Joyce logra así ser el artista que cambia definitivamente la literatura.

Este acontecimiento que Joyce produce a lo largo de su obra, no es sin el marco que el siglo le aportó, sobre todo en la influencia que va a incrustarse en su obra desde el mayor descubrimiento freudiano en el campo del sueño… el hacer de un ritmo corporal un deseo…

… porque el cuerpo es sustancia gozante.

De esto derivó para Freud la creación de un nuevo concepto del tiempo…

Si el sueño hace pasar un tiempo de sujeto… es porque está lo fechable de un encuentro cuyo sentido oscuro apunta al goce… lo fechable del amor… lo fechable que hace de un hecho un acontecimiento de verdad… marca un antes y un después, anuda en un pacto a dos seres…

El sueño es también el escenario de la puesta en acto de las cosas últimas… visión fascinante y angustiante que suspende por un tiempo al sujeto en una cautivación donde se extravía… nos indica siempre el surgimiento de aquello que constituye la interrogación esencial y última… como las cosas últimas de todo sujeto: esto es: las relaciones con las mujeres, con el cuerpo, con la muerte amalgamadas siempre en una imagen enigmática, en una relación abisal con lo más desconocido, marca de una experiencia privilegiada excepcional donde un real es aprehendido más allá de toda mediación imaginaria o simbólica… ese real que le otorga al deseo ese carácter desgarrado que organiza la imagen del hombre y su relación con el mundo, imagen que queda marcada desde el comienzo por ese algo profundo, inicial, inauguralmente dañado.. que marca ese fondo de desasosiego, de discordancia fundamental, las posibilidades de error y espejismos que afecta el lazo social de una incertidumbre fundamental…

Joyce hizo de esto su maniobra y su artificio.

La otra incidencia que quisiera rescatar del horizonte cultural que el siglo le ofrece a Joyce se anuda en la pasión musical que lo caracterizó a él y a Nora Joyce.

El siglo aportaba una nueva estética de la sensualidad. Uno de los genios de la ópera como Giuseppi Verdi producía el giro esencial que cambió la ópera para siempre creando un nuevo lenguaje operístico.

Verdi creía y sostenía que el único valor fundamental es la verdad dramática, atrás quedaba la representación idealizada de las pasiones, que habían sido la base de la ópera romántica.

Verdi decía en una de sus cartas:

Copiar la verdad puede ser bueno,

pero inventar la verdad es mejor, infinitamente mejor.

Joyce se inscribe en esta tradición. A Verdi se lo considera el único responsable de la transformación radical de los códigos expresivos de la ópera del siglo XIX.

La elección que Verdi hizo de la obra de Shakespeare por ejemplo Macbeth acentúa el lazo entre usurpación, exilio, la opresión foránea y la persecución y el exilio infligido a los patriotas.

Rompe con la tradición italiana y gana en dramatismo conforme a la acción que lo requiere marcando el lado sórdido de la vida (Rigoletto). Avanza en el corte que produce y aborda los temas de los nacionalismos, independencia, conflictos con la Iglesia, a los que agrega los dramas personales, celos, camaradería, traición… con utilización de todos los estilos de música que Verdi era capaz de componer.

No era necesario pensar en Dublín… Italia ofrecía la materia prima para la creación.

Después con Puccini se acentúa más la innovación del enfoque del ritmo dramático por ejemplo con Tosca toda la acción está maravillosamente condensada en un período de 24 horas y todas las acciones pasan en el corazón de Roma recorriendo las instituciones importantes de la ciudad desde la Iglesia a los lugares del poder.

Esta condensación del ritmo inauguró la creación de un nuevo lenguaje operístico. Esto fue producido en 1900… una nueva estética se abría paso, a veces demasiado a prisa, un anhelo de velocidad marcaba el inicio del siglo y cambiaron la ópera para siempre.

Del lenguaje operístico podemos rescatar el artificio por el cual se busca en el espectador llevarlo intrusivamente a ese instante donde se ha roto toda atadura a la palabra   llegando a bordear el límite que se acerca al grito, allí en ese instante profundo que exige el silencio… donde se constata la ruptura de esa atadura a la palabra y su pérdida… llamado a entrar en un espiral que asciende hacia un punto culminante para vivir la experiencia de goce vocal enigmático en sus profundas raíces.

Diferentes estéticas modulan y gradúan esa impugnación a la palabra que este goce produce, la emergencia de la angustia, ese fondo mortífero que la pasión vehiculiza por la profunda soledad que nos muestra la pasión, al mismo tiempo  que nos rescata en el límite justo antes de caer en el abismo del dolor.

Los grandes genios de la ópera lo fueron por su capacidad de manejar en la partitura musical ese vaivén que lleva al  espectador a vivir con la voz ese goce enigmático.

Joyce con su pasión por la música y especialmente por la ópera (especialmente Verdi y Puccini), le lleva muchos años integrar en su obra este tema del ritmo dramático… lo logra finalmente en el Ulises en 1922, pero le era necesario fecharlo… 1904… será la fecha de una marca decisiva para todo autor… la marca de un encuentro con la erección viva de un sexo que le revela y le da el sentimiento de que en la errancia de la vida – él James Joyce – es una de esas excepciones que pasan una vez por siglo como un meteoro (como decía Luis Thonis)…

Sin duda también que porque se es hijo del siglo que lo cobijó y de lo que lo antecede que 1904 será la marca del encuentro con Nora…

En 1922 era necesario fechar el comienzo del siglo con la marca de los grandes genios que inscribieron su letra en una nueva estética que tiene la huella de ese anhelo de velocidad, de prisa… que cambió en cada campo del saber donde surgió… los códigos expresivos logrando una transformación radical de la expresión de la verdad.

En la obra de Joyce hay una presencia muy fundamental de la música creando atmósferas, imprimiendo a la letra musicalidad, otorgando a las palabras ese fluido musical, esa densidad sonora que hace vibrar a su lector.

Esta musicalidad comienza en Dublineses, allí encontramos canciones y rimas infantiles y llega hasta el final de su obra con la culminación sinfónica de Finegans Wake.

Dotado de buena voz y con aspiraciones de tenor era un profundo conocedor de la música de su época, amaba el canto, por ejemplo, el ruido de una caída está injertado en la prosa… su genialidad consiste en escribir creando en el lector la evocación de sonidos musicales con una cadencia… la letra tiene musicalidad… encontramos arias operísticas, canciones tradicionales, canciones folklóricas, baladas callejeras, canciones patrióticas o de vaudeville cantos de marineros, cantos eclesiásticos, himnos, villancicos, rimas infantiles… etc.

Hay también utilización de las máquinas y artefactos para dar idea de velocidad por ejemplo el fluir turbulento de Ana Livia Plurabelle se identifica con el humo de la veloz locomotora…

Es asombroso pensar que un libro se haya concebido como una partitura musical… creación con la que logra una obra verdaderamente de invención, como explorador de nuevas maneras de usar el lenguaje en esa seducción que lo atrapaba, en ese intento de fracturar la lengua inglesa.

Beckett, quien fue uno de los elegidos por Joyce para contribuir a explicar a un mundo perplejo el sentido de WORK IN PROGRESS decía:

… ni siquiera está escrito,

… ni siquiera es para ser leído…

es para  mirar y para escuchar.

Sus escritos no tratan de ninguna cosa.

Son la cosa misma.